Militante feminista, anarquista y escritora, autora de «Feminicidio o la construcción de la mujer»

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

María del Prado Esteban, anarquista y feminista, cuestiona la actual legislación española contra la violencia machista, su intervencionismo en las relaciones afectivas y la conversión de la mujer en un objeto a tutelar por los funcionarios del Estado. Bajo ese planteamiento ha escrito, en colaboración con Rodrigo de Mora, el ensayo «Feminicidio o la construcción de la mujer», que el pasado fin de semana presentó en la Casa Azul de Navia. El día antes, el viernes, pronunció una conferencia en el Atenéu Llibertariu de Oviedo, con sede en Ciudad Naranco.

-Su libro es un ensayo sobre la legislación española en materia de violencia machista.

-Es una revisión de nuestra historia a partir de los principios recogidos en el preámbulo de la ley de violencia machista, que plantea que ése es un problema estructural que deviene de la cultura, de las tradiciones y que tiene especial incidencia en nuestro entorno geográfico. Pero no es el pueblo el que sostiene la misoginia contra la mujer, sino las leyes y el Estado.

-Entiendo que diga eso de legislaciones pasadas, pero ¿también la actual?

-La ley actual es igual de paternalista. En 1899 el código legal establece la sumisión de las mujeres; la ley actual presupone que son protegidas y tuteladas, no ya por el marido, sino por los funcionarios del Estado. Las mujeres seguimos siendo incapaces y objetos, no sujetos de nuestra historia.

-Dice que esa visión de la mujer no emana del pueblo.

-Hemos estudiado eso en el Antiguo Régimen, en la Alta Edad Media. Hemos visto cómo era el concejo vecinal, el concejo abierto, en el que participaban los hombres y las mujeres y en el que ambos sexos tenían la misma voz. Estudiamos el papel de las mujeres en el terreno productivo, en el arte, en las instituciones políticas, en distintas zonas y en estudios concretos y hemos comprobado que es así. La misoginia no vivía en el pueblo, las mujeres tenían incluso una libertad erótica muy fuerte, como en el occidente de Asturias, donde llegaban al matrimonio con dos o tres hijos, en el siglo XVIII, y sin ningún problema. Esa libertad es liquidada por el régimen liberal y definitivamente por el franquismo. Dedicamos un capítulo del libro a analizar el discurso del Quijote. Mujeres como Aldonza y Dulcinea hablan con aplomo y autoridad y son escuchadas.

-Pero ¿qué finalidad tienen esas leyes?

-La ley responde a la estrategia del «divide et impera», dividiendo la función social de los sexos, intentando enfrentarlos. Dando privilegios a los hombres en el pasado y a las mujeres en el presente, adquieren más control sobre la sociedad. El patriarcado daba derechos a los hombres, a mandar en su casa, pero también les obligaba a ir a la guerra a morir por millones. En el pasado hombres y mujeres se sentían concernidos por los problemas de unos y otros, mientras que ahora son como dos especies diferentes.

-Y también existieron sociedades organizadas en forma de matriarcado.

-Es difícil documentar que haya existido alguna sociedad regida por el matriarcado. Cántabros y astures no tenían una sociedad patriarcal, es cierto, las mujeres eran muy respetadas, según recogen las crónicas de Estrabón, pero yo no diría que eran matriarcados, porque no existía una dominación política de la mujer. Yo diría que eran sociedades igualitarias y no sexistas. La fusión entre el cristianismo y lo que quedaba de las formas prerromanas de vida dio lugar a un sistema que dio preeminencia a lo femenino y lo asambleario y que se mantuvo hasta la revolución liberal.

-Volviendo a la actualidad, ¿qué problema plantea la legislación española?

-Dice que la violencia viene de donde no viene: de la tradición, pero no es cierto. La violencia machista viene de la ruptura de unas relaciones igualitarias. La ley ha propiciado una sociedad desquiciada. Ésa es la razón de que los casos de violencia machista en España hayan crecido un 18 por ciento desde el año 2000. La ley dice que es algo propio del entorno, pero España tiene una de las menores tasas de violencia machista de Occidente. En Finlandia hay más de un 9 por ciento de muertes por violencia machista, aquí es un 2 por ciento. La violencia machista tiene que abordarse de forma integral, las violencias son múltiples -de las mujeres a los hombres, de los hijos a los padres, de los padres a los hijos, entre desconocidos...-, están creciendo todas y deben abordarse desde sus raíces.

-¿Hacia dónde cree que se encamina la sociedad en los próximos años?

-Vamos hacia una sociedad de solitarios y solitarias sin capacidad de comunicarse, hacia una sociedad de hipercapitalismo, sólo dedicados a ir al trabajo y sin vida afectiva. La ley de violencia de género es una ley contra el amor, tipifica la relaciones afectivas entre las parejas y va contra los vínculos y los afectos. Yo creo que vamos hacia un orden social en el que desaparecerá la vida afectiva, hacia la destrucción del sujeto y hacia seres dirigidos desde fuera.