El miércoles próximo, día 6 de marzo, tendremos la posibilidad de poder ver en el auditorio Príncipe Felipe la película «Alexander Nesvky» (1938), ofrecida conjuntamente por la Universidad de Oviedo, Oviedo Filarmonía y la Fundación Príncipe de Asturias, con la colaboración del Ayuntamiento de Oviedo. «Alexander Nevsky» (1938) es la primera película sonora de Sergei Eisenstein (1898-1948), autor de referencia en la historia del Séptimo Arte, a través de títulos de cine mudo como «La huelga» (1925), «El acorazado Potenkim» (1925) u «Octubre» (1928), en los que desarrolla sus teorías sobre el montaje.

La película relata la batalla librada en el siglo XIII por los rusos agrupados en torno al príncipe Alexander Nevsky contra los caballeros teutones, en clara metáfora del momento histórico que vive el país, en lucha contra la agresión extranjera y con un líder mesiánico que unifica al pueblo contra la amenaza exterior. Los teutones aparecen en la película caracterizados como auténtica encarnación de lo depravado, de lo maligno, maquinales, deshumanizados, rodeados de símbolos fácilmente identificables -el águila negra, la garra del águila, la mano extendida como se emplea en el saludo nazi...-; por el contrario, el pueblo ruso reunido bajo el liderazgo del príncipe Nevsky, representación simbólica de las virtudes de la nación, combate alegre y disciplinado, armado con su valor, a cara descubierta, enardecido por los cánticos patrióticos que acompañan las imágenes.

Lo que en principio y bajo la supervisión de la implacable censura del formalismo soviético podría quedar reducido a un burdo relato maniqueísta y panfletario acabó por convertirse en una auténtica lección estética; la adaptación a las consignas del poder fue demolida por la originalidad y la fuerza de las imágenes, el ritmo del montaje y el contrapunto audiovisual logrado al integrar por primera vez en su carrera imágenes y sonido.

«Alexander Nevsky» fue muy bien recibida en la esferas del poder cuando se estrenó en el Teatro Bolshoi de Moscú, el 25 de noviembre de 1938 y, a pesar de ser retirada de la circulación tras la firma del tratado de no agresión Riventroop-Mólotov, cuando Rusia entró en la II Guerra Mundial funcionó como verdadero manifiesto patriótico para el pueblo ruso, llegando a instaurarse una condecoración para héroes de guerra con su nombre.

Nevsky, encargo del propio Stalin, permitió a Eisenstein cumplir su viejo sueño de trabajar con el compositor Sergei Prokofiev (1891-1953). El director realizó la obra como una verdadera ópera cinematográfica fundamentada en el contrapunto entre el sonido y las imágenes adecuadamente montadas. Así, la banda sonora de Prokofiev era compuesta a medida que éste veía las escenas -generalmente sin montar- rodadas por Eisenstein, que cortaba y unía los planos según el ritmo de la música propuesta por el compositor, otorgando a cada escena un ritmo propio.

En Oviedo veremos «Alexander Nevsky» bajo unas condiciones especiales de excelencia: la Orquesta Oviedo Filarmonía, bajo la dirección del maestro Marzio Conti, acompañado por el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias y la mezzosoprano Marina Pardo interpretarán la partitura original que Prokofiev escribió para la cinta de 1938. Además, se podrá ver por primera vez la película en versión original con subtítulos en castellano.

La proyección del próximo miércoles es de especial relevancia ya que será la primera vez que escuchemos la música original, pues lo que se podía oír acompañando a las imágenes en años anteriores era en realidad un arreglo llevado a cabo por William Brohn, a instancias del productor John Goberman, sobre la Cantata Alexander Nevsky, Op. 78 del mismo compositor. Una profunda investigación musicológica realizada por el director de orquesta Ulrich Wünschel ha permitido reconstruir la partitura original, recuperando un facsímil del manuscrito, el guión de dirección y los bocetos originales en el Museo Glinka de Moscú, y descubrir la verdadera sonoridad de la partitura. Gracias al trabajo de Wünschel podemos entender las sutilezas orquestales que Prokofiev fue capaz de conseguir en momentos que hasta ahora se han entendido como meras glorificaciones del héroe Nevsky/Stalin, como la escena de la entrada victoriosa del príncipe en la ciudad de Pskov. En la partitura original, Prokofiev abandona los coros épicos y recurre a un conjunto especial de instrumentos, sobre todo en la madera, que crean gran sensación de vacío; la música contradice las imágenes proporcionando un mensaje audiovisual de contenido nuevo y complejo.