Por La Matorra, nombre perdido, cerca de la primitiva iglesia de San Pedro, primero del Otero y luego de los Arcos por su cercanía al acueducto de Los Pilares, pasaba un regato, el río San Pedro, que bajaba hasta la zona de lo que hoy es la calle Río San Pedro y seguía hasta Santullano. Esta calle, como otras de esa zona -Fray Ceferino, Manuel Pedregal-, surgió como consecuencia de la llegada del ferrocarril y del trazado de la calle de Uría, que creó barrio por esa zona, camino de General Elorza. Con tanto cambio el riachuelo desapareció tempranamente, sumido en un colector. Antes del siglo XIX el camino que unía Pumarín con Los Pilares pasaba a la vera de ese río. Todo aquello pertenecía a un prolongado barrio de casas medio rurales que duró hasta mediados del siglo XX.

El camino del río San Pedro a La Cabaña surge ahora al hablar de Río San Pedro, de cuando por allí nació la Colonia Astur. Desde últimos del siglo XIX aquellos caminos se fueron haciendo calles, siempre con el signo de la cercana estación, hasta llegar a lo que ahora hay. Toda aquella zona, tan cambiada, es ahora principal y para nada recuerda el regato que le dio nombre.

Para dejar el pasado, que en nada se trasluce en el aspecto actual de la calle, vamos a dar un paseo por ella, entre Fray Ceferino y la avenida de Santander, a un paso de la estación de autobuses por la que tanto suspiró Oviedo y a otro paso de la del Norte, que ahora acapara el ferrocarril. Es Río San Pedro una calle bulliciosa, en la que confluyen tiendas clásicas, como una pescadería o una zapatillería, con bares, que nunca faltan en zona viajera. Y lo que más vida da es lo de los libros y una tienda de Intermón. Los libros salen a la calle a tentar a los lectores y hay que ser muy frío para no pararse, pues en estos tiempos de recorte intelectual nos quedan los libros, nuevos y de segunda lectura, siempre dispuestos a ser nuestros cómplices. Los libros y las flores animan las calles y las casas. Aquí sólo faltan las flores, que pueden llegar.