Los cuarenta músicos de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Profesional de Música, dirigidos por Juan M. Cué, son ejemplo de responsabilidad, seriedad y buen hacer, capaz de convertir el Filarmónica en un espacio donde arte, cultura, pedagogía y sentimientos se aúnan para hacernos reflexionar a través del sonido.

La peculiar visión que del Madrid de finales del XVIII nos transmite la partitura de L. Boccherini, «Musica notturna delle strade di Madrid», a través de las «campanas del Ave María», los «tambores militares» o el canto popular en las calles, sirvió de excusa al profesor J. M. Cué para mostrarnos un buen ejemplo del trabajo que realiza con la joven agrupación, abierta al conocimiento y experimentación sonora. Para ello, apostó por una atrevida revisión de la partitura mediante el uso de politonalidades, ritmos de las músicas populares urbanas o el juego entre secciones armónicamente tonales y acordes disonantes a modo de la técnica utilizada por G. Ives en su obra «The unanswered Question».

El «Concierto para trompa y orquesta n.º 3» de Mozart, en el que el compositor incluyó dos clarinetes, nos presentó un equilibrado trabajo de conjunto y de amplia sonoridad, pese a la descompensación numérica de la cuerda. Mención especial merece la participación de la jovencísima Raquel Iglesias como solista, que manifestó una gran madurez en el dominio de la simetría del fraseo mozartiano e inteligencia en la cadencia del «allegro» inicial. El color cálido extraído a la trompa, así como la fuerza contenida en los pasajes más complejos, le auguran un futuro prometedor.

En la segunda parte, destacar la orquestación posromántica de los «Valses nobles» de F. Schubert, originalmente para piano, en los que el trabajo de la cuerda, disciplinada y tímbricamente sin fisuras, ha de agradecerse en buena media a su concertino, Ignacio Rodríguez, de lo que da buena fe su intervención como solista.

Cerró el concierto la flexibilidad orquestal en el acompañamiento a los arabescos del oboe de Javier Coronado en la «Obertura de L'Italiana in Algeri» de G. Rossini. Felicidades a estos jóvenes que, seguro, nutrirán buena parte de las orquestas profesionales del futuro. «Cuando la obra resulta un éxito, cuando se ha solucionado un problema, olvidamos las dificultades y perturbaciones y nos sentimos ricamente recompensados», G. Mahler.