Si llueve en Oviedo, id a Pravia al Desenclavo bajo techo (el monte Calvario, en Jerusalén, también está bajo techo), asistid al microclima del Santo Entierro y al «Miserere» que canta en la colegiata su párroco, Francisco Donate, acompañado por unos cuarenta pravianos, nativos y adoptivos, bajo la batuta de Luis G. Valdés. «Miserere», o ten piedad, o apiádate de mí, que viene del Salmo 50 de la Vulgata. Cantaba mi padre con emoción el versículo 18: «Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique; holocaustis non delectaberis». «No está tu complacencia en sacrificios para que yo te ofrezca, ni quieres tú holocaustos». Dijo Heráclito que no se purifican los delitos de sangre manchándose con sangre. Crucificado Cristo, es hora de redención. ¡Señor, ten piedad de Asturias!, y, de paso, libéranos de tanta lluvia; nos has bautizado abondo.