Á. FIDALGO

«Jesús sale al encuentro para lavarnos los pies esta tarde». Así comenzó el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, ayer, en la Catedral, la misa de la cena del Señor, celebración litúrgica que inauguró el Santo Triduo Pascual. La Santa Iglesia Basílica Catedral Metropolitana de San Salvador de Oviedo estaba repleta de fieles.

La Schola Cantorum, situada a la izquierda del altar mayor y de espaldas a la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto, interpretó a lo largo de la solemne ceremonia religiosa cantos para la celebración. En la antífona de entrada entonaron el «Nosotros hemos de gloriarnos...» y siguieron con «El cáliz que bendecimos», de la misa «Mater Admirabilis».

«En la víspera de su muerte Jesús celebró la última cena», recordó el Arzobispo para a continuación pasar al ritual de Jueves Santo de lavar los pies, en este caso y como ya marca la tradición, a seis residentes del asilo de las Hermanitas de Ancianos Desamparados, de la misma manera que Jesús hiciera ese mismo día a sus discípulos.

«Se levantó de la cena, se quitó el manto y, tomando una toalla, se ciñó con ella. Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido», se narra en las Santas Escrituras.

Este ritual fue repetido ayer, exactamente como la primera vez, por el arzobispo Jesús Sanz en la parte izquierda de la capilla mayor. Algunos fieles se acercaron entonces para seguir de cerca la ceremonia del lavatorio, que dio paso a la última parte de la ceremonia religiosa que fue anunciada por el repicar de las campanas.