Javier NEIRA

El preso indultado se abrazó con el arzobispo Jesús Sanz y con el hermano mayor de la Cofradía de Jesús Cautivo, José María Varas, y todos aplaudieron. No pudo ser, según costumbre, en el balcón mayor del palacio de Camposagrado, sede la Tribunal Superior de Justicia, porque la lluvia frustró la procesión. La ceremonia tuvo que trasladarse al interior del templo de San Juan el Real, que acoge a la cofradía.

El miércoles se desató un verdadero diluvio a las ocho en punto de la noche, cuando arrancaba la procesión del Nazareno desde los Dominicos. Ayer, fue a la ocho y tres minutos. Qué puntualidad. Pero como la hermandad de Jesús Cautivo no tenía prevista la salida hasta las ocho y cuarto lograron evitar la chupa.

Con todos en el templo y pasadas las ocho y media, Varas dirigió unas palabras desde el presbiterio en las que lamentó el pertinaz meteoro y explicó el «plan b» que seguir. La banda de música «Ciudad de Oviedo», desde el lado del Evangelio, interpretó la marcha «Jesús cautivo». Después se inició el relato, a tres voces, de un amplio pasaje de la Pasión de Cristo, desde el prendimiento hasta la condena a muerte.

El Arzobispo, con el hábito franciscano, ofreció a continuación una breve plática, apenas seis minutos, en la que dijo que nunca un beso, el de Judas, «había significado menos amor». Don Jesús aludió a «la procesión lamentablemente interrumpida» que frustró iniciativas acariciadas durante «todo un año». En ese contexto indicó que «otras procesiones duran todo el año y lo mismo otros vía crucis. El reparto de papeles siempre es el mismo», añadió en referencia a las penurias y problemas endémicos que a tantos azotan. El Arzobispo reflexionó sobre las procesiones y dijo que «sin contemplación comprometida sería teatro».

La banda de cornetas y tambores de la cofradía, dirigida por José Miranda Alonso, dio el toque de oración y los directivos de la hermandad se dirigieron a la puerta del templo, donde, después de dar unos golpes de llamada, entró el indultado, F. V. P., con una capucha, el cordón y la medalla del Cautivo y una cruz. Es gijonés, tiene 59 años y pesaba sobre él una condena de cuatro años de prisión por un delito contra la salud pública.

F. V. P. subió al presbiterio y se situó entre el arzobispo y Varas. Manuel Ángel Coronado, gerente territorial del Ministerio de Justicia, leyó el acta del consejo de ministros del pasado día 15 con el indulto, y los aplausos reseñados subrayaron la libertad.

El hermano mayor, José María Varas, tomó la palabra de nuevo. Agradeció a todos la asistencia, especialmente a los representantes de los cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado y locales, que son cofrades de honor. Tuvo un especial recuerdo para Gerardo Herrero, fiscal jefe de Asturias, fallecido el pasado domingo, y cofrade de Jesús Cautivo, «seguro que su sumará al indulto desde el cielo», indicó.

La banda de música «Ciudad de Oviedo» interpretó la marcha de «La Merced», el Arzobispo dio la bendición y a las nueve y diez minutos todo había acabado.

En el exterior del templo, bajo una carpa, habían permanecido los tres pasos de la estación de penitencia, protegidos de la lluvia.

David Salinas, portaestandarte del Cautivo comentaba los sentimientos acumulados que, dijo, «son de pasión, amor a Dios y ganas de salir en procesión. Es una estación de penitencia que se extiende a todo el año, trabajando para salir un día». El párroco y consiliario de la cofradía, Javier Suárez, comentó que se trataba «de vivir la fraternidad con espíritu cristiano».