El pan y el periódico a diario son conquistas de un tiempo confortable, pero no hace mucho en Oviedo no había pan los domingos ni periódicos los lunes, y no pasaba nada.

Los domingos, salvo en algunos sitios contados, no se vendía pan y en algunas casas se amasaba a la antigua usanza, con lo de la levadura o «formientu», el reposo y el horno «arroxáu», y, si no, pan duro, que ya se sabe que «a buen hambre no hay pan duro», y hay muchas formas de aprovecharlo, como lo de hacer torrijas, que vuelve a estar de moda.

Lo del periódico también tenía sus días de asueto, los lunes, para que el descanso dominical alcanzara a todos los que trabajaban en el taller, tan distinto y tan igual al de un periódico de hoy. Hubo un periódico de lunes, «Carbón», y «La Hoja del Lunes», hasta que todo se llenó de prensa y ya no hizo falta ni la hoja que los domingos por la tarde repartían en las cafeterías para saber de la suerte del fútbol.

Tres días hay en el año, como los tres jueves que lucían más que el sol, en los que no hay periódicos del día, Navidad, Año Nuevo y el Sábado Santo, que así aparece más penitencial, porque de la misma forma que un pan crujiente es mucho mejor que un pan añejo, la prensa recién salida de la rotativa, o lo que sea, no tiene comparación con nada y se marchita rápidamente. La prensa escrita del día sigue siendo privilegio, y espero que dure.