La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) acogió el viernes la fase final de su Concurso de Composición 2013. En un concierto de excepción, dedicado a la música de nueva creación, la OSPA nos presentó a tres personalidades compositivas muy diferentes. De este modo, hay que subrayar la flexibilidad de la orquesta en un programa que, bajo la dirección de Rossen Milanov, se caracterizó por un importante balance orquestal en la interpretación. La colaboración entre compositores y formación, en este sentido, fue además enriquecedora para todos.

La composición de Marcos Fernández (Barcelona, 1983), «Resonancias para orquesta», fue la escogida por el jurado del concurso. El punto de partida de la obra es la manipulación del efecto de resonancia a través de las posibilidades que brinda la orquesta. Fernández plantea en su obra las expansiones y caídas sonoras sin las limitaciones físicas del instrumento, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo con el pedal del piano. Así, en «Resonancias para orquesta» se prolongan las tensiones del discurso, hasta que el lenguaje se repliega, en un entramado sonoro muy sólido y refinado, con una destacable economía de medios, a lo largo de la orquesta. En suma, se trata de una obra íntima, de influencias sobre todo francesas, que experimenta con los colores y texturas orquestales, para elaborar un flujo sonoro constante.

«Elementos vitales», de Jorge Ortal (La Habana, 1969), se llevó el viernes el premio del público. «Elementos vitales» es un poema descriptivo basado en las teorías del Big Bang, de modo que presenta, en diferentes movimientos, las fases del proceso de creación del universo. Ortal despliega un abanico de medios en una obra opulenta y de efecto directo, desde el caos inicial que representa la primera parte, «Big Bang», que ya denota influencias americanas y de la música de cine. El siguiente movimiento, «Eclosión metálica», tuvo a los metales de la OSPA como protagonistas, para relatar, con todo su lirismo, la configuración de la atmósfera del planeta. Uno de los mejores momentos de la composición fue «Un mundo de maderas», que describe la fase de la explosión cámbrica, por el contraste y la versatilidad de su escritura. Le siguió «Equilibrio vital», movimiento que marca la aparición del ser humano, para cerrar la obra, de forma cíclica, con «Big Crunch», en un proceso de recogimiento de la materia. Hermes Luaces (Madrid, 1975) se llevó el bronce del concurso con «Diálogos del tiempo y el espacio», obra en la que destacan las estructuras rítmicas para configurar texturas sonoras, a través de una composición seccional, que consigue diferentes resultados en su expansión sonora. Quizás en otra ocasión podamos escuchar la versión original de esta obra que, como explicaba Luaces, utiliza otros efectivos desde diferentes puntos de la sala, para lograr mayor efecto espacial.

En los próximos conciertos de abono de la OSPA hay que celebrar el regreso del director ovetense Pablo González, que dirigirá dos programas. El primero, junto con Alexander Melnikov en el «Concierto para piano n.º 2» de Beethoven que, además de la «Sinfonía n.º 4» de Schumann, se escuchará la próxima semana.