Poco se sabe de la figura de Jesús Teijeiro Pérez, el militar franquista ascendido a teniente coronel al iniciarse la Guerra Civil que tomó el mando de una de las columnas gallegas que avanzaban hacia Asturias. Se le encargó romper el cerco a Oviedo, y así lo hizo, el 17 de octubre de 1936. Unos lo consideran un verdugo, porque al día siguiente comenzó una brutal represión, y otros libertador de una ciudad sitiada. La polémica sobre la decisión primero de retirar, y ahora de reponer -el PP ha apoyado a Foro en esta última iniciativa- la escultura del militar gallego en la antigua plaza de la Liberación ha propiciado una revisión histórica del personaje.

Son dos los motivos por los que no se ha escrito demasiado sobre Teijeiro: falleció al principio de la guerra, pocos días después de su acción militar sobre Oviedo, y no era una figura destacada. Francisco Alamán Castro, coronel y estudioso del asedio, describe a Teijeiro como un militar «valiente» del que no se conoce que cometiera «ninguna barbaridad». Explica que es «justo» afirmar que «fue un señor que liberó Oviedo, la ciudad más destruida con bombardeos». Que avanzó «muy rápido» con sus hombres desde Galicia y que combatió en minoría, contra el triple de fuerzas. Sobre la represión, sostiene que en tiempos de guerra «es lo normal», aunque se muestra en contra de que el bando nacional, una vez terminada la contienda, continuase con los fusilamientos. Está a favor de que repongan la escultura.

Fernando Secades, de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), tenía 5 años cuando Teijeiro entró en Oviedo. «Se hablaba muy mal de él, hizo cosas que no tenía que haber hecho. Quiero más no acordarme. Mire, yo vivía cerca del cementerio y no podía salir de casa hasta las diez de la noche. No me simpatiza nada y prefiero no tener que ver su estatua», reflexiona este octogenario.

Fermín Alonso Sádaba, presidente de la Hermandad de Defensores de Oviedo, está «indignado» y asegura, además, que siente «pena» por lo que está sucediendo con la escultura de Teijeiro. «Liberó a 40.000 ovetenses de la muerte, y así se lo pagan...», reflexiona. «Si no hubiera liberado la ciudad el 70 por ciento de los ovetenses de hoy no habrían nacido, porque habrían matado a sus padres y abuelos. Estamos vivos por él», sostiene. También está molesto Alonso Sádaba con Antonio Masip por contar la historia de Paco García Díaz, «Paquito», el médico que atendió a Teijeiro de una herida de guerra «después de que lo alcanzase una bala de aviación en la calle Uría, junto a la Casa Blanca». Según Masip, los oficiales de Teijeiro amenazaron de muerte al médico por no lograr salvar su vida. «Eso que dice Masip son tonterías, y no se murió de una gangrena, porque los médicos lo habrían visto», asegura. Y el presidente de la Hermandad de Defensores de Oviedo, también en respuesta a Masip, dice que «si es coherente» debería pedir que quitasen el nombre de su padre, el ex alcalde Valentín Masip, a una calle de la ciudad. «Fue nombrado por Franco. ¿Por qué no pide que retiren la calle a su padre?», reflexiona.

David Ruiz, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, explica que a Teijeiro le correspondió liberar Oviedo, y que «poco más» se sabe de él como personaje, ni siquiera la fecha exacta en la que fue herido y murió. Lo que sí está documentado, asegura, es que una vez que se rompe el cerco comienzan los fusilamientos, «Los asediados tenían pánico a que los enemigos controlaran la ciudad y, una vez que se rompe el cerco, se sienten dueños de sus vidas y haciendas. Ahí empieza la represión», sostiene el historiador.

David Ruiz ha mostrado su «sorpresa» por la decisión tomada en el seno de la Comisión de Cultura para reponer la escultura. «Ha sido muy chocante», reflexiona. «En esta ciudad hay dos derechas, siempre las ha habido: una civilizada y otra extrema. Con el avance de la democracia se han mezclado en más de un partido. Esta confusión es la que ha propiciado el extraño acuerdo para reponer la escultura», señala.