Directora de «La Fura» para este espectáculo

Zamira Pasceri dirige hoy y mañana en el teatro Campoamor a la compañía «La Fura dels Baus» en su recreación de los «Carmina Burana» de Carl Orff. Mano derecha de Carlus Padrissa, fundador de la compañía y creador de este espectáculo, Pasceri aplaudió ayer con «sorpresa» la «buena preparación» del Campoamor para las grandes producciones y el buen trabajo del «equipo» del teatro ovetense.

-Esta cantata, dicen, se adapta al código furero. ¿Qué código es ese 35 años después de la fundación de la compañía?

-Hay unos elementos cardinales que siguen estando en el código de la compañía y que se encuentran en los «Carmina Burana». Son los referidos a la celebración de los placeres carnales, a lo concreto, a la vida real. La labor de «La Fura» ha podido ser intelectualizada por sus críticos con los años, pero la compañía ha seguido con la misma emoción y visceralidad. En el montaje, eso quiere decir que no se hace una interpretación intelectualizada, aunque hagamos nuestra propia interpretación.

-¿Quiere decir que más que «La Fura» han cambiado sus espectadores?

-Ha cambiado la materia que se tenía. Las primeras acciones teatrales venían de una corriente punk en circunstancias muy diferentes a las que tenemos hoy. El alma que se busca sigue siendo esa realidad, esa cuestión terrena y vital, pero los aspectos de los medios en los que lo desarrollamos, estos teatros, los recintos en los que actuamos y las personas que se ven envueltas han cambiado.

-¿Corre riesgo la cultura de convertirse en acontecimiento, en hecho singular, propio de festival, frente a un consumo diario, frecuente?

-Probablemente por circunstancias históricas y sociales, los festivales se hayan convertido en los grandes contenedores, los únicos que pueden ser mecenas de los grandes espectáculos. Pero se pueden seguir desarrollando proyectos de distintos tipos. Nosotros estamos presentes en todas las realidades escénicas globales. Pero sí es cierto que la cultura se está polarizando.

-¿Están a gusto en los festivales de ópera?

-Hace diez años que entramos y sí, a la música clásica le viene muy bien ese contacto con la contemporaneidad, que no se quede en un escaparate estético, que pueda atraer al público joven. En «Carmina Burana», por ejemplo, Carl Orff tendió un primer puente y llevó unos poemas del XII y el XIII al siglo XX. Nosotros hemos hecho nuestra pequeña aportación para actualizarlo más. Esa creo que tendría que ser la idea de las representaciones de fondo clásico si no quieren quedarse en algo exclusivamente museístico.

-¿Cada vez resulta más difícil llamar la atención del espectador, provocar, transgredir?

-Cuando lo que se persigue no es la transgresión en sí, sino una idea, siempre se consigue porque es real. Y sólo por este hecho ya golpea al espectador. Y cuando la idea rompedora está dentro de un proceso creativo, siempre es sorprendente. Hace dos meses utilizamos en un «Sansón y Dalila» el «bondage». No es algo rompedor, pero sí al asociarlo a estos mitos.

-¿Cómo lidian con el cerco de lo políticamente correcto?

-Hay otras limitaciones y tensiones que pueden llegar a tender un velo de censura, pero en general la idea de que nada sea gratuito hace que nuestras ideas sean fácilmente aceptables. Con «La Fura», de todas formas, siempre hay el juego de llamarnos e intentar domarnos. Pero al final nos dejan hacer.