La directora de escena ovetense Susana Gómez se afanaba ayer en dar los últimos toques a «La Traviata» producida por cinco grandes teatros españoles, encabezados por la Ópera de Oviedo, y que mañana se estrena en el Festival de verano del teatro auditorio de San Lorenzo de El Escorial, en la comunidad de Madrid. Con ella trabaja un equipo que se ha ido consolidando al amparo de la temporada lírica carbayona, del que forman parte Antonio López, director artístico de la Ópera de Oviedo, y Alfonso Malanda, su responsable de iluminación. A «La Traviata» de Susana Gómez -una nueva coproducción de la Ópera de Oviedo, el Festival de verano de El Escorial, la Quincena Musical de San Sebastián, el Auditorio Baluarte de Pamplona y el Gran Teatro de Córdoba- le espera un largo recorrido que se inicia este fin de semana en El Escorial, con la soprano italiana Desirée Rancatone en el papel de Violeta, y continuará por la Quincena Musical de San Sebastián, Córdoba, Oviedo, adonde llegará el próximo 13 de octubre, y finalmente, Pamplona y Gijón.

«Hay una generación que creció y se formó en la Ópera de Oviedo y que ha dado el salto a la escena nacional. Hemos ido creciendo con la Ópera de Oviedo», comenta la directora de escena, que ha trabajado para el Liceo, el Teatro Real, el Arriaga, el de la Maestranza y, en el extranjero, para el Gran Teatro de Ginebra, el Festival Amazonas de Ópera y el Rurhfestpiele.

El equipo asturiano, el mismo que ha sacado adelante la producción de «Norma» y «Turandot», ha ideado para «La Traviata» un escenario que funciona como «una caja de espejos», «un cubo de cristal» que, según explica Susana Gómez, «requiere mucha precisión en la iluminación y el movimiento». En su interior transcurre la trágica historia de la heroína de Verdi, que ha trasladado a la España de finales de los años cuarenta. «Eran los primeros años del régimen franquista, años de penuria para los españoles y en los que, sin embargo, hay una clase emergente que, con el estraperlo y los negocios hechos a la sombra del nuevo Gobierno, sigue disfrutando de una vida de lujo». En medio de esa «sociedad de la máscara», como se refiere a ella Susana Gómez, «Violeta es una "outsider"». Aparece caracterizada al modo de una estrella de Hollywood, al estilo de Rita Hayworth, brillando en medio del ambiente elegante de la época. Collares de perlas, trajes de corte impecable y tonos empolvados, algo más vivos en el caso de la protagonista. «El espacio está vacío, es el espectador el que se tiene que imaginar ese mundo», dice la creadora de ese espacio. «La Traviata», tal y como ella la entiende y como la presenta en esta producción, «es una mascarada», y en medio de ella «Violeta intenta buscar una verdad».

El reparto de «La Traviata» que mañana se estrena en Madrid no es el mismo que el que se presentará en el Campoamor en octubre, y habrá cambios en cada teatro. En El Escorial Desirée Rancatone encarnará a Violeta; en Oviedo será interpretada por Ailyn Pérez -y por Carmen Romeu en la función de segundo reparto-. José Bros y Ángel Ódena son los otros dos solistas en la función de este fin de semana; en Oviedo el tenor venezolano Aquiles Machado será Alfredo y el barítono italiano Gabriele Viviani, Germont. El director musical en El Escorial es Pietro Rizzo; en Oviedo asumirá esa función Carlo Montanaro.

Javier Menéndez, director artístico de la Ópera de Oviedo, comenta que «la Quincena y El Escorial comparten el mismo reparto. Pamplona tiene una mezcla y en Córdoba es muy parecido a nuestro segundo reparto; cambia la dirección musical». Menéndez incide, como Susana Gómez había hecho antes, en la capacidad de Oviedo de «exportar creativos para la explotación de producciones y para dar a conocer que tiene producciones que están a disposición de otros teatros». Por esa razón, la responsable de escena de esta nueva «Traviata» apuesta, aunque haya que realizar un esfuerzo suplementario, por «seguir manteniendo la calidad a pesar de las difíciles condiciones económicas por los recortes de las administraciones públicas».