Cantaora, actúa mañana en el Auditorio

Raquel GARCÍA

Dicen que el flamenco tiene muchas voces, todas diferentes, y Carmen Linares (Linares, Jaén, 1951) es una de ellas. Cantaora de corazón, vuelve a Asturias, donde ya había actuado en otras ocasiones y donde afirma conservar muchas amistades. Tras una larga carrera que la ha llevado a los mejores escenarios del mundo, Linares llega mañana al Auditorio Príncipe Felipe a las 20 horas. Acompañada de la Joven Orquesta Nacional, interpretará «El amor brujo», de Manuel de Falla.

-¿Cuándo se dio cuenta de que quería dedicar su vida al flamenco?

-Fue algo paulatino. A mi padre le gustaba muchísimo este arte, y tocaba la guitarra. El flamenco fue entrando en mi vida de una manera muy natural. Cantaba como aficionada, siempre fui la niña que cantaba en todos los sitios. Cuando tuve 17 años y terminé el Bachillerato había que plantearse una profesión. Fue entonces cuando decidí que cantar era lo que quería hacer y lo que realmente me gustaba. Mi padre siempre me decía que Dios me había dado esta voz para que la utilizase y que iba a ser muy feliz cantando.

-¿Y es feliz?

-Realmente lo soy, muchísimo. Tener una profesión que te guste, y que te permita conocer el mundo y subirte a un escenario es muy duro, pero a la vez muy gratificante. Cuando se consigue emocionar a la gente y que el público esté contigo, sentir que has transmitido y que la gente te lo agradece, es grandioso. El arte es eso, emocionar.

-¿Había trabajado alguna vez con la Joven Orquesta Nacional?

-No, pero estoy muy ilusionada. Tienen una energía especial y creo que me van a aportar cosas. Tengo mucha fe en la juventud y apuesto por ellos. Trabajar con ellos será una sorpresa, y espero estar a la altura.

-¿Qué consejos les daría a esos jóvenes que comienzan ahora en el mundo del flamenco?

-Es difícil, porque el flamenco es un arte muy individual y cada uno lo proyecta en su forma. Además, son momentos muy difíciles, pero yo les diría que ahora precisamente es el momento de unirse más, de llamar la atención, de conseguir cosas por el arte.

-¿Cómo ve el panorama actual del flamenco?

-El flamenco está en un momento muy bueno. Hay muy buenos artistas y está apareciendo gente joven muy buena; pero el flamenco está sufriendo la crisis, como todas los artes. Hay menos festivales y hay menos apoyo. La calidad del flamenco se mantiene a pesar de la falta de apoyo por parte de las instituciones.

-¿Qué le ha aportado el flamenco en su vida?

-Muchísimas cosas. Cantar y sentirme bien conmigo misma cuando lo hago es una gran satisfacción. La gente que canta lo entiende y no hace falta ser profesional. Además, me ha dado la oportunidad de conocer muchos países, culturas y personas. Yo le he dado también mi vida al flamenco, me lo he tomado con mucha seriedad, he tratado de dignificarlo y estar a la altura de esa gran música que es el flamenco.

-¿Y qué le ha quitado?

-Realmente, nada, he conseguido organizarme bien siempre. He tenido mis hijos, he tenido mi vida. Si me ha quitado tiempo para unas cosas, me lo ha dado con creces para otras cosas que yo adoro.

-¿Qué espera del público ovetense en la actuación de mañana?

-Ya he estado en Asturias otras veces, y es un público muy cálido, muy cariñoso, como son los asturianos. Además, la tonada asturiana se parece mucho al cante jondo en algunos giros. Sé que en Oviedo hay una peña flamenca muy numerosa, la de Enrique Morente.

-¿Siempre hay núcleos de flamenco allí donde va?

-Siempre, es un arte universal. Allá donde vayas siempre hay flamenco. Siempre hay una peña que no deja que se pierda. Es imposible que una música con tanta fuerza como el flamenco se pierda.

-¿Qué le queda por hacer después de una carrera tan larga?

-La vida me ira poniendo cosas en el camino. Me encantaría trabajar con mis hijos en el teatro. Irán surgiendo cosas, pero me queda mucho por dar y por hacer.