Adán y Eva, la Inquisición, la consulta de un cirujano y un intrincado laberinto francés formaron parte del discurso del magistrado asturiano José Ramón Chaves, destinado en el Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSJG), durante la apertura del curso de la Escuela de Práctica Jurídica, ayer, en el Paraninfo de la Universidad.

El heterogéneo menú de temas casó a la perfección con el contenido de su discurso, los trámites judiciales, bajo el atrevido e informal título "Cómo ser abogado y no morir en el procedimiento". El juez de la sala de lo contencioso administrativo del TSJ gallego se metió al público en el bolsillo, la mayor parte jóvenes recién graduados, gracias a una ponencia llena de símiles con la historia, la vida diaria y el ejercicio de la abogacía. Su objetivo fue motivar a los letrados noveles y concienciarles sobre las dificultades de su carrera profesional. En concreto, sobre el obstáculo de los trámites formales.

"El procedimiento es tan complejo que justifica la existencia de los abogados". Así de rotundo fue Chaves al referirse a los trámites legales abreviados, no abreviados, extraordinarios u ordinarios. "Es prácticamente imposible que una persona llegue a buen puerto en un litigio sin un abogado que le represente. Ha sido así desde el inicio de los tiempos", matizó el juez, que no pudo evitar comparar la pregunta que Dios le hizo a Adán justo después de que comiera la manzana en el Paraíso. "Le preguntó si había pecado, pero ya sabía de sobra que lo había hecho. Vamos, que le dio un trámite de audiencia porque dominaba el procedimiento".