Guillermo Martínez nació en Venezuela, aunque creció y vive en Oviedo, tiene treinta años y mañana asciende un nuevo peldaño en su carrera de compositor con el estreno de su Concierto para piano y orquesta No. I en las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni". Será en el Auditorio "Príncipe Felipe", a las 20.00 horas. Su próximo reto es escribir una sinfonía y llegará en 2014. El ganador de la primera edición del Concurso Nacional de Jóvenes Compositores "Ciudad de Oviedo" ultima detalles del estreno y hace ajustes musicales con la sinfónica ovetense, "Oviedo Filarmonía". No da por acabada la obra hasta el estreno.

-Bien, ya tiene su concierto para piano y orquesta.

-Es una forma de construcción musical de tal relieve que supone un reto especial, casi un hito en el catálogo de un compositor. Parece inexorable el reflejo de los arquetipos. El concierto que yo he escrito es clásico en su forma. Yo me ciño a los parámetros clásicos: está escrito en tres movimientos y la estructura interna de cada movimiento atiende a los cánones clásicos. Soy un compositor que intenta avanzar construyendo desde los pilares clásicos, no destruyéndolos.

-¿Este concierto es un encargo?

-Hace un año, cuando estaba haciendo mis estudios de postgrado en Inglaterra, tuve un estreno con Oviedo Filarmonía, "La cantata del sueño eterno", un concierto producido por el Ayuntamiento de Oviedo y la Universidad. De él surgió este encargo que ya tiene otra dimensión. Poder estar en las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni" es un infinito privilegio. Estrenar en estos términos, con este solista, con esta orquesta, con la energía e implicación artística absoluta que le está dando el maestro Conti y, por último, presentar en casa, en mi tierra, es un honor que espero corresponder.

-Muchas de sus obras anteriores tienen referencias literarias y cinematográficas. ¿Hay alguna también en esta última composición?

-Esta obra es un reto añadido, por ser música pura, sin referencias a un texto extramusical. El discurso musical tiene pleno protagonismo y autonomía. Cuando estás anclado en una película o un texto tienes una estructura de apoyo y evocas imágenes, cuando haces música pura estás solo. Yo, más que ser un creador conceptual, creo en valores artísticos que están en jaque. Creo en lo intuitivo, que en otro tiempo llamaban inspiración. El comienzo y el proceso de creación se te revela por sí mismo, por mucho que quieras plantearte una idea. Es aquello que dicen los los escritores de que no saben adonde les lleva un personaje. Yo parto de cánones clásicos en la forma y en el contenido me dejo llevar. La mía no es música conceptual sino que surge de un proceso natural y espontáneo.

-¿Ésta es su obra más ambiciosa?

-Sí, es mi obra más importante y para mí tiene una especial significación porque es una preparación hacia la única gran forma musical que me queda por abordar, que es la sinfonía y que espero escribir en 2014. Ya tengo una ópera escrita, en cuanto estrene esto me voy a poner con la segunda, y para 2014 queda la sinfonía.

-Usted recibe encargos y estrena sus obras. ¿Es lo habitual entre los jóvenes compositores?

-Me considero afortunado porque casi toda la música que escribo se estrena, es un lujo no tener que escribir obras para el cajón. En los tiempos actuales se apuesta menos por la creación, por eso es especialmente remarcable que las Jornadas de Piano estrenen mi obra y la de Jorge Muñiz.

-Una curiosidad. ¿De qué trata su próxima ópera?

-Del Arca de la Alianza. Es una ópera en tres actos, de aproximadamente dos horas y media, siete solistas, coro de voces mixtas, ensemble y orquesta sinfónica. Es un planteamiento épico de la historia bíblica. Hay un precedente en una obra de Saint-Saëns, "Sansón y Dalila". En la actualidad se apuesta por formas más pequeñas, micro-óperas, óperas en un acto... Yo creo en el futuro de la ópera y su renacimiento en el siglo XXI. Los compositores tendrán que brindar al público un espectáculo de nuestro tiempo. La ópera que estoy escribiendo es una reinvención 2.0 del concepto de obra de arte total wagneriano. Wagner era especialmente entregado a la traslación teórica de sus ideas artísticas, creó una auténtica revolución de la ópera, un teatro para sus obras, incluso instrumentos. Este siglo necesita un nuevo..., ¿cómo decir?

-¿Un nuevo Wagner?

-Intentaba ser cauto, no quiero pecar de vanidoso. La música clásica siempre miró a las músicas populares. Ahí estará el dilema de las tendencias compositivas del siglo XXI.

-Veremos ópera con fragmentos de rock, de rap...

-Van por ahí los tiros, pero sin llegar a lo obsceno. Se pueden asimilar cosas pero existe el riesgo de caer en la moda. Hay una gran diferencia entre moda y arte. La moda es temporal, el arte es atemporal. La moda puede ser universal, el arte tiene que serlo. Teniendo eso en cuenta los límites están en la imaginación, no en la música.

-¿Hay público joven de clásica?

-Las estadísticas pueden ser catastróficas pero yo prefiero pensar en todos lo que aún no han descubierto que les gusta la música. Si no tienes un contacto preestablecido a veces es difícil romper el hielo. Yo fui escolano en Covadonga y solicité a la organización de las Jornadas que, con sentido pedagógico, porque sabía que iba a ser ilusionante para ellos y muy emotivo para mí, invitaran al estreno a treinta y cinco niños de la Escolanía. Es algo que quiero agradecer.

-Entonces, ¿conecta con el planteamiento de Marzio Conti de acercar la música clásica desde Oviedo Filarmonía a públicos populares?

-A mí me parece fenomenal. La orquesta es de la ciudad y los ciudadanos deben tener la oportunidad de disfrutarla.

-Horacio Lavandera es el solista del concierto de mañana. ¿Una elección suya?

-Yo lo elegí, por su vehemencia y fuerza artística. Es un lujo poder presentar este concierto de su mano. Estoy seguro de que hechizará al público con su música con tanta intensidad como ha logrado hechizarme a mí.