El director de escena mexicano Luis de Tavira Noriega afronta la ópera "Ainadamar", del argentino Golijov, que se ofrecerá el domingo en el teatro Campoamor como cuarto título de la 66.ª temporada lírica de Oviedo. "Ainadamar" significa "Fuente de las lágrimas" en árabe. La obra gira en torno a la muerte de Federico García Lorca, y se estrenó en 2003. Tavira Noriega es bisnieto de un militar ovetense. En esta entrevista, además de explicar el título de Golijov y su presentación escénica, hace un canto emocionado y emocionante a España, su cultura y potencialidades.

-¿Cómo es "Ainadamar"?

-Es una ópera sorprendente. Responde a una estructura muy abierta que engloba elementos que provienen de la más estricta tradición pero planteando un nuevo paradigma sobre las posibilidades de la ópera. Está concebida después de la potente renovación de la ópera. Eso quiere decir que está planteada a partir de la incorporación del concepto de modernidad teatral por excelencia, que es el concepto del teatro como puesta en escena. A partir de ahí no se puede seguir pensando la dramaturgia operística de igual forma y, por ende, la dramaturgia musical no cabe continuarla de acuerdo sólo con los esquemas de la composición clásica.

-¿Entonces?

-Considero que es un título que está caminando en la línea de la inauguración de un nuevo paradigma dentro de lo que es la gran fiesta de las artes, ya que así se puede denominar a la ópera. En ese sentido es plenamente música, plenamente teatro y un desafío para transitar por nuevas posibilidades de un arte más vivo que nunca, precisamente cuando veníamos de una cierta apreciación de caducidad de la ópera.

-¿Ya no es así?

-Se estrenó hace unos diez años. Va contra esa caducidad.

-Es rigurosamente contemporánea.

-Es rigurosamente contemporánea. Parece experimental en el sentido de jugar con enormes riesgos y posibilidades, pero a la fecha de hoy todo eso ya se ve como un paradigma consolidado.

-... Pero el escenario, el foso..., todo es como hace dos siglos.

-Exacto. Sigue siendo teatro, música y ópera. El teatro es antediluviano, y al tiempo el teatro de hoy no es el de hace cincuenta años, es un arte plenamente actual. En esta ópera hay un ejercicio de dramaturgia muy importante. Es un gran homenaje a la mejor España, a la España de aquella utopía de modernidad que aparece en el momento previo de esa catástrofe que es la guerra civil y después de la pavorosa y atroz guerra mundial. Era una España vanguardista. No olvidemos que los poetas del 27 tienen plena conciencia de vanguardia y al tiempo vuelven los ojos a la tradición. El destino de Federico García Lorca está escrito en su personaje de Mariana Pineda, preludio de su muerte. La dramaturgia de la ópera intenta hacernos ver cómo el poeta anticipa su propio destino en el destino de su personaje. Se identifica con aquella Mariana Pineda libertaria granadina que por razones de pasión amorosa y de ímpetu libertario tiene un fin trágico. Es similar a lo que le ocurre al propio Lorca, y también en Granada. Es, asimismo, un homenaje a la amistad de los artistas, en este caso de una actriz y de un poeta sin los que no se da la renovación del teatro.

-Xirgu fue una continuadora.

-Margarita Xirgu sobrevive en el exilio y desde ahí vive la catástrofe de España, de su desgarramiento. Hay dos clímax en la obra, uno se produce en torno a la tragedia de Federico García Lorca camino de su muerte y el otro es el complemento de su misión teatral de Margarita Xirgu en el exilio. La actriz conserva el ideario, lo prodiga en Latinoamérica y termina su vida interpretando a la Mariana Pineda con la que se conocieron. Ahí se ve qué es lo que nos reconcilia, qué es lo que nos da esperanza, qué es lo que supera el trauma histórico avanzando hacia la consecuencia de la utopía posible.

-¿Y el tercer personaje de la ópera?

-Es Nuria. Es un homenaje a la alumna de la Xirgu. Ahí no hay un apego a la realidad histórica. Al tiempo es un decidido homenaje a una gran actriz como Nuria Espert. Ésta es una Nuria uruguaya. La conoció en Montevideo. Con el golpe de Estado se exilió en México. Era hija de española, se llamaba Raquel Seoane. Montevideo es la última residencia del peregrinar de la Xirgu, que empieza en México, sigue en Bogotá y acaba en Montevideo.

-¿Cómo encaja este título en una temporada como la de Oviedo, habitualmente con óperas más convencionales?

-Es una obra enormemente atractiva y ofrece lo que pocos títulos ofrecen. Es en castellano y es un homenaje a España, a los grandes valores de España. Quizá los españoles no sean suficientemente conscientes de su valía universal, que se aprecia en sus artistas y en su cultura. Es el mayor patrimonio de los españoles junto a la generosidad que vuelcan para convertir su cultura en patrimonio universal. Esta ópera homenajea eso. Es una obra enormemente hermosa que recorre con gran agilidad distintos momentos de espacio-tiempo. Con gran imaginación también.

-Con la muerte de Lorca en el centro.

-Es una doble tragedia. Muy innovadora y ágil en la propia dramaturgia, porque la obra sucede sólo en unos segundos, suspendida en la memoria de Xirgu. Está en el teatro, a punto de entrar en la escena culminante de la ejecución de Mariana Pineda. Y ahí se le abre el espacio de la memoria y acontece el drama con dos finales de distinto tono, el trágico del asesinado de Lorca y el final de la obediencia artística de la actriz, que muere en escena. Pero aún queda el tercer acto, tras estas muertes: el legado. Sobrevive la construcción artística, que no se acaba con la muerte, como tampoco se acabó con la guerra. Sobrevive a los traumas y es nuestra, es apropiable. Uno debe sentirse llamado a un profundo amor por los valores espirituales de España.

-No se lleva el patriotismo.

-A la España actual, transida de crisis y de desconcierto, esta obra le trae un aliento de esperanza. Se han vivido tiempos peores, muy duros, y se han sabido dar los pasos hacia adelante para no perder la utopía de España.

-¿Qué significa "Ainadamar"?

-Es una palabra árabe que quiere decir "la fuente de las lágrimas". Es un manantial a las afueras de Granada, cerca de los aljibes del Generalife y a un paso de la colina donde sabemos hoy que fue asesinado García Lorca. Una Granada que llora la tragedia.

-¿No es curioso que un argentino y un mexicano nos expliquen quiénes somos los españoles?

-Eso habla de lo que es España. Decir argentinos o mexicanos es, en mucho, decir españoles. Más allá de la Península. Valle afirmaba que la patria es la lengua. El castellano. Y es un homenaje al más amado de los poetas de la lengua.

-Una ópera corta.

-Fluye como un manantial. Una hora y veinte minutos. Cuenta con la imaginación del espectador porque todo sucede en ese paréntesis de la memoria antes de actuar. ¿En qué piensa el actor antes de entrar en escena? Pues en la última función de la vida de esa actriz española ocurre esta obra. Se conocieron a propósito de "Mariana Pineda". Lorca se la propone a Xirgu. Se estrenó en Barcelona en 1928, con escenografía de Dalí.

-¿Su apellido Noriega es de origen asturiano?

-Mi bisabuelo Noriega era asturiano de Oviedo. Llegó a México durante la intervención de Prim. Cuando se retira el general Prim por el conflicto de la deuda mi bisabuelo se queda. Mi padre, que era de Aranjuez, llega con el exilio de la guerra civil. Yo cuanto más español me siento más mexicano soy. La relación entre España y México es entrañable y contradictoria. La España que llegó allí era árabe, extremeña, judía... Lope de Vega no era español, fue quien inventó España y hasta que no creó el teatro nacional español no existen los personajes de la catarsis nacional. Ah, me llama la atención el nombre de su periódico: la Nueva España es México.