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"El traslado del Hospital va a ser una revolución para la ciudad"

"Este año les pido a los Reyes un parche para los colegios que lo necesitan, como el que lleva mi nombre en La Corredoria"

Carmen Ruiz-Tilve, ayer, en LA NUEVA ESPAÑA. María G. A.

En su mayoría de edad, dieciocho años después de que se publicara el primero, los "Pliegos de Cordel" en los que Carmen Ruiz-Tilve va registrando la historia menuda y cotidiana de la ciudad y que LA NUEVA ESPAÑA publica semanalmente, llegan a las librerías en una nueva recopilación, que abarca los artículos de los años 2006 a 2009. El volumen, con una ilustración de Pablo García en la portada y fotografías de Francisco Ruiz Tilve, el padre de la autora, en el interior, está editado por Laria y se presentará en el Club Prensa Asturiana el próximo 26 de diciembre.

-Ha llegado a la sexta recopilación de "Pliegos de Cordel".

-Había tomado la decisión de no sacar más porque me parecía que podían acabar apestando, pero resulta que hay mucha gente que los recoge, porque tienen datos, así que lo pensé bien y saqué el libro con estos cuatro años. Ya tengo pensado sacar el resto, en otro volumen. Este libro, por dentro, es Oviedo. Son aspectos menores y cotidianos. Yo no soy historiadora, sólo cumplo con lo que se supone que es ser cronista de una ciudad. No adulo ni ataco a nadie y lo que soy realmente es una gran lectora.

-No debe ser fácil mantenerse imperturbable ante la realidad.

-Yo siempre tome como máxima no adular ni atacar, y creo que lo cumplí. No hago cotilleos, me aburren muchísimo. Eso sí, como soy profesora de didáctica en mis artículos siempre hay una pequeña enseñanza para quien la sepa encontrar.

-Son dieciocho años de "Pliegos".

-Los "Pliegos" nacieron porque junto al edificio de LA NUEVA ESPAÑA talaron un cedro. Empecé haciendo dos a la semana. Algún día habrá que poner fecha de caducidad a los "Pliegos", porque me molestaría saturar al lector. Sé que tengo lectores, y muchos jóvenes, así que hay una generación de repuesto y es que Oviedo, pienso yo, es una asignatura que siempre está pendiente. Lo que más me cuesta es encontrar la idea.

-¿De dónde las saca?

-Tengo muchísimos libros. La gente dice que me los dejó mi padre, pero mi padre no me dejó ningún papel, sólo la curiosidad. Por la calle veo gente que está pidiendo a gritos que le escriban una novela y, por cierto, tengo una sin acabar.

-La ciudad va cambiando.

-Ya no hay gatos. Yo mantengo que el símbolo de Oviedo debía ser un gato rampante. Esos sí que lo saben todo de la ciudad. Pero no hay gatos y no sé donde han ido porque ratones sí hay. En Santiago de Compostela siguen abiertas las tiendas antiguas, y en Madrid, en lugares perfectamente vivos.

-¿Una parte de Oviedo se muere?

-Muriendo no, viviendo pero como una ciudad moderna, como un Oviedo que desprecia lo antiguo. Hay gente que tiene la sensación de que en Oviedo todo está detenido en "La Regenta", pero aunque quede algún poso de aquello la ciudad está viva. En Oviedo hay espacio para una ciudad clásica y moderna, a la vez.

-¿Cómo imagina Oviedo dentro de diez años?

-No me la imagino decadente, aunque todo depende de la economía. La ciudad está teniendo bastante garbo. Veo tiendas nuevas, que dan mucha esperanza, y una ciudad pujante. Hay que hacer un esfuerzo por comprar en las tiendas de barrio, siempre lo digo. El encanto no está en la belleza absoluta. Oviedo no es Salamanca, ni falta que le hace. Y volviendo a la pregunta sobre cómo veo Oviedo dentro de diez años, que no sé si lo veré, pues diré que como una ciudad para vivir. Con la globalización Oviedo es un buen sitio para vivir, toda Asturias. Es una ciudad preciosa, con una luz maravillosa cuando las nubes nos hacen el favor de levantarse, y en la que cabe gente muy variada.

-Hay interés institucional por sacar partido del turismo religioso.

-Oviedo es la cuna del Camino de Santiago. No supimos sacarle jugo, Galicia sin embargo hizo un emporio de la peregrinación. Hay que revitalizar el Camino de Santiago, que es santo y bueno. Ahora la Cámara Santa, por las obras, está vacía y da dentera pensarlo. En Oviedo hay varios paseos de belleza, uno es a la Cámara Santa o simplemente a la Catedral.

-¿Los otros?

-Entrar en el Museo de Bellas Artes, sin prestar mucha atención a la reforma, hacerlo por una puerta y salir por otra, tiene muchos recovecos.

-¿No le gusta la reforma del Bellas Artes?

-Me da muchísima angustia ver cómo desaparecen las casas de la Rúa, llenas de verdín y para nada. Y otro paseo de belleza es el Campo San Francisco, un regalo de puro romanticismo.

-¿El traslado del Hospital cambiará la ciudad?

-Va a ser una revolución para la ciudad, es pasar el mundo del Cristo a las antípodas, lo que cambiará el urbanismo, los negocios... Es un cambio importante, por la fragilidad de lo que se trata, y que está creando unas enormes expectativas de cambio económico.

-Usted organiza las conferencias de la SOF (Sociedad Ovetense de Festejos).

-Yo conservaba los libros de los ciclos de la SOF de los años sesenta y setenta y ahora también los organizo yo, cuatro conferencias por temporada en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Son de lo más variado y no pido títulos a los conferenciantes, sólo que conozcan en profundidad algún aspecto de la ciudad. Tienen un público fiel y al final de cada temporada se editan en un libro.

-¿En qué consiste ser cronista de una ciudad, como usted?

-No me dieron ninguna directriz. Tengo los ojos muy abiertos, sin prejuicios y procuro acudir a todos los actos que son interesantes para la ciudad, y escribo aunque nadie me dijo que tuviera que hacerlo.

-¿Sigue siendo la única mujer entre los cronistas de ciudades españolas?

-Hay más en el Sur, pero no en ciudades ni capitales de provincia. Cada año hay un congreso de cronistas y el que viene será en Oviedo. Yo considero que Oviedo es una bella desconocida. Hay muchos tópicos de Oviedo: que es muy oscura, que llueve mucho, que si la gente... ¡Pero si los ovetenses somos unos cielos!

-Se ha unido en sus reivindicaciones a las familias y la comunidad educativa del colegio de La Corredoria que lleva su nombre.

-Mi cole es una de las mayores alegrías que yo, que vengo de una familia dedicada a la enseñanza, he recibido, y me hace verdadero daño ver mi nombre en las pancartas. Los niños sólo tienen una infancia y no hay vuelta atrás. No hay infancia de repuesto, por eso hay que defenderlos. Y esto es lo que yo les pido a los Reyes este año: un parche en los colegios que lo necesitan.

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