La soprano argentina Virginia Tola va a realizar una escapada entre ensayos para ir hasta Castropol, desde donde su bisabuela Josefa partió un día hacia el Nuevo Mundo. Entre tanto, ultima su papel de doña Elvira en la ópera "Don Giovanni", de Mozart, que se ofrecerá el domingo 26 en el teatro Campoamor como cierre de la temporada de Oviedo.

-¿Cómo son sus raíces asturianas?

-Mi bisabuela asturiana conoció a mi bisabuelo, sardo, yendo a Argentina en barco. Se llamaba doña Josefa Vázquez Fernández. Había nacido en 1901 en Castropol. Al llegar a Argentina se casaron porque había que tener una familia para que el Gobierno te diese tierras.

-¿Tiene recuerdos personales?

-Claro. Vivió hasta casi los 100 años. Recuerdo a mi bisabuela asturiana con su moño negro, siempre bien atadito, y su carácter fuerte. Era chiquitita. Recuerdo su voz.

-¿Cantaba?

-No. Tenía un acento muy español. Siempre lo conservó. Nunca habló como una argentina. Salió de Castropol, echó novio en el barco y se casó en Argentina con 14 años. Tuvieron dos hijos, uno de ellos mi abuelo Silvio. Al retomar las raíces, te reconoces y ves parentescos en algunas personas. Me ocurrió en 2005 al ir a cantar a Cerdeña. Estuvimos en la casa en que nació mi bisabuelo, encontré familiares y vi el mismo corte de ojos y otros detalles parecidos. Iré a Castropol uno de estos días y espero encontrar familia.

-¿Cantante vocacional?

-Nací en Santa Fe, en el centro- norte de Argentina. Siempre quise cantar, desde muy chiquita. A los 8 años le pedí por favor a mi madre que me llevase a un coro. Tengo grabaciones desde muy pequeña cantando. En el coro me metí en la parte más clásica de la música. Con 12 o 13 años vimos una ópera, empezamos a hacer coros de ópera y comprendí que eso era lo que quería. Me interesó el teatro cantado. La voz debe reflejar el personaje. Algunos melómanos anteponen la belleza de la voz, el sonido, a lo que se está diciendo. Creo que no debe ser así. Verdi explicaba que era muy importante el teatro y recitar.

-¿Cómo fue su debut?

-Con 17 años hice un rol pequeño, una de las hadas en "Hansel y Gretel". En realidad, debuté a los 23 años como Micaela, en "Carmen", en el teatro de La Plata. Me fui a Noruega después de realizar toda la escuela del teatro Colón de Buenos Aires. En Noruega, en el concurso internacional "Reina Sonia", gané el primer premio. Plácido Domingo quiso conocerme, fui a su concurso "Operalia" y lo gané, y también el premio a la zarzuela, muy importante porque nunca había cantado ni un aria de zarzuela. Adoro España y tengo casa en Madrid, aunque nunca estoy. Sólo me falta cantar una zarzuela, un género con una música maravillosa, mucho más interesante que la opereta, aunque se las compara. Tiene mucha más riqueza musical, es un género que tengo pendiente.

-No es mal apoyo Plácido Domingo.

-Claro. Empecé a cantar en teatros de la mano de Plácido Domingo. Me invitó a hacer conciertos con él por todo el mundo, con ópera, zarzuela, opereta y algunas canciones. Mi repertorio ha evolucionado de soprano lírica, como Micaela o Mimí, a una etapa Mozart, donde hice muchas veces doña Elvira, y el año pasado más como soprano dramática, con la Abigail de "Baile de máscaras" en el teatro Colón y, este verano, en la Arena de Verona de la mano de mi gran maestra, Raina Kabaivanska. Me habla de Oviedo y del teatro Campoamor.

-¿Cómo es su doña Elvira?

-Siempre pienso cómo sería yo de haber estado entonces en Burgos y me hubiese ocurrido todo eso. Doña Elvira es muy pasional, con mucha clase. Pertenece a la alta sociedad. Se enamora de un hombre como don Giovanni, descubre la verdad y se vuelve un poco loca. Es una gran justiciera del amor y quiere lograr algo que es imposible, redimir a don Giovanni. Entonces vuelca el amor hacia Dios.

-¿Por qué la vuelve loca?

-Uno se vuelve loco solo. Al ver que todo es un cuento se vuelve loca y quiere desvelar quién es don Giovanni. Trata de cambiarlo.

-Esa idea de redención es muy femenina.

-Sí, redimir o cuidar al hombre. Está en relación con el instinto maternal. Como actriz pienso que quizá doña Elvira estuviese embarazada. Así cobraría mucho más sentido todo. Las hormonas influyen.

-Si don Giovanni sabe que va a tener un hijo...

-Las personas nunca cambian, ésa es una de las grandes enseñanzas de esta ópera de Mozart. No podemos intentar ser otra cosa. Ni podemos cambiar a nadie. Al final, cada uno tiene lo que se merece. Esta ópera cierra muy bien.