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Una estatua para "Rufo"

Casi 5.000 personas firman una iniciativa para que el Ayuntamiento dedique una escultura al popular mastín que vivió durante una década en las calles del centro de Oviedo

"Rufo" espera tumbado a cruzar la calle junto a un grupo de viandantes en Uría, delante de Galerías Preciados. Lne

No se podía ser más ovetense que "Rufo", el perro que vivió durante diez años en las calles del centro de la capital y que falleció un día de San Mateo, aquejado de un fallo renal. La ciudad que cuidó, alimentó y convivió con este noble animal, un cruce de mastín que destacaba por su alta capacidad de socialización con los humanos, busca ahora rendirle un homenaje póstumo. Más de 4.700 personas ya han suscrito una iniciativa popular en la plataforma Change.org para solicitar al Ayuntamiento de Oviedo una estatua para "Rufo", como reconocimiento también a todos los animales callejeros. La petición ha cobrado impulso tras el apoyo del Partido Animalista, que ha publicitado la iniciativa.

El perro "Rufo" apareció en Oviedo en el año 1988. Era joven, poco más que un cachorro. En el Campo San Francisco tuvo un encontronazo con otro perro y fue puesto en cuarentena. Así supo de él Froilán Neira, presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Oviedo, que siguió desde entonces la trayectoria del animal. ""Rufo" era un perro excepcional, no hace falta echarle imaginación. Tenía un olfato especial para ir a todos los sitios donde había una concentración humana. Le gustaba la gente, y no le bastaba una parada de autobús", explica. Por eso "Rufo" ha sido protagonista de numerosas fotografías históricas de la ciudad: iba a todas las manifestaciones, al fútbol, hasta se coló en una foto institucional del segundo Gobierno de Pedro de Silva. El perro se movía por el centro, no salía del Oviedín del alma. Acompañaba a la gente hasta la puerta del Campoamor para ir al teatro y los sábados iba de movida al Rosal. Siempre detrás de la multitud. Y aunque en general lo respetaban, al tratar con tanta gente durante tantos años hubo excepciones. "Algún gracioso lo emborrachó una vez y tuvimos que llevarlo a la clínica", relata Neira.

Pero en realidad, antes hubo otro "Rufo". El primer "Rufo", un perro callejero cruce de pastor, terminó sus días en una casa con jardín. Y a "Rufo II", el que alcanzó la verdadera fama, le siguió "Rufo III", otro can amastinado que terminó siendo su amigo. Cuando el legendario "Rufo" se hizo mayor, Neira comentó al alcalde de Oviedo, por aquel entonces Gabino de Lorenzo, la posibilidad de llevarlo al albergue. Allí pasó el perro los últimos años de su vida. Nadie sabe qué edad tenía cuando murió, quizás unos 13 años, pero al presidente de la Sociedad Protectora de Animales de Oviedo no se le olvida la fecha: 21 de septiembre de 1997. "Fue la noche de San Mateo. Estábamos en el albergue dos personas porque los perros suelen alborotarse con los fuegos. Se puso muy malín y nos lo llevamos de urgencia a la clínica. Pero todo estaba colapsado, no podíamos pasar...". Horas después moría "Rufo", el perro más ovetense de todos, que vivió la vida a su manera.

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