El Instituto Aramo cerró ayer un curso de celebraciones por los 50 años que lleva situado en su actual ubicación de la calle Coronel Aranda, en Llamaquique. El broche final llegó con un emotivo acto cargado de nostalgia y buenos recuerdos, en el que se reunieron exprofesores y exalumnos de todas las épocas: de los inicios en los años treinta, primero en General Elorza y después en la antigua Escuela de Comercio; de la época en que era conocido como el Femenino; y del cambio a su denominación actual, en los años ochenta.

En el salón de actos se reunieron antiguos alumnos y profesores, que recordaron los buenos tiempos en las aulas del centro, que ahora dirige María del Carmen Calero. Ella fue la maestra de ceremonias para un mesa redonda titulada "El recuerdo de la palabra". Los participantes destacaron la calidad educativa del centro, después de que la nostalgia aflorarse durante una proyección de antiguas diapositivas. De fondo, actuales alumnos interpretaban piezas de cuerda y le daban solemnidad al encuentro.

La más veterana del encuentro, Pilar Arce Monzón, de 87 años, vivió de forma muy especial la tarde. Con mente lucida y verbo fluido no dudó en echar una mirada atrás, y recordar su llegada al antiguo instituto de la calle General Elorza, en 1938, de donde pasó a la Universidad para estudiar Filología Románica. Al terminar regresó de nuevo a su instituto para hacer prácticas con el objetivo de presentarse a las oposiciones de adjunto. Las aprobó y comenzó a dar clases en el Aramo hasta que le llegó la jubilación. "Todo ha cambiado en tantos años, tampoco yo soy la misma. Es lo normal y así lo veo, aunque yo pertenezco a una generación que fue muy distinta a las demás, porque fue la de la guerra que nos supuso muchos sacrificios, pero los supimos superar con optimismo. Fuimos una quinta bastante sana, porque las catástrofes purifican mucho", sentenció la veterana profesora, que vivió grandes cambios generacionales.

Y los afrontó con asombrosa naturalidad. "Todo cambió, pero no puedo decir que para mal, sino para cosas diferentes que pueden llegar a dar un buen resultado, porque hoy la gente se mueve individualmente y busca soluciones a sus problemas, no como antes que estábamos muy vinculados a las familias, sobre todo las mujeres, que la mayoría no estudiaban. Ahora cada uno tiene que buscar su camino, y eso no es malo". Toda una clase magistral improvisada por Pilar Arce en los pasillos del Aramo poco antes de que comenzara el acto.

Tampoco se perdió la singular cita Eduardo Rodríguez Enríquez, director de Estudiantes de la Universidad de Oviedo, que perteneció a la primera promoción del Aramo como centro mixto, hace ahora treinta años. "Aquellos años los recuerdo como de una gran masificación, en primero había doce grupos, y yo llegaba de la Gesta de estudiar sólo con chicos. Empezar en un centro mixto fue toda una experiencia, y sobre todo porque coincidió con la adolescencia, donde se experimentan muchos cambios". Dice que fue algo extraordinario, tanto por los compañeros como por los profesores. "Encontrarnos de nuevo es una gran satisfacción".

Otra exalumna, Pilar Somoano, que pasó su vida profesional en el Aramo como administrativa, también acudió puntual a la cita, como hicieron otros muchos. ¡Qué tiempos aquellos!