Carlo Bergonzi, uno de los más grandes tenores de la segunda mitad del siglo XX, falleció anteayer en Milán a los 90 años de edad. Cantó en el teatro Campoamor en las temporadas de los años 1956, 1957 y 1976. En 1957 encarnó el rol de Cavaradossi, de la ópera "Tosca", de Puccini y las ovaciones de los aficionados asturianos fueron de tal fuerza y extensión tras el aria del "Adiós a la vida" que tuvo que repetirla otras dos veces, llegando pues a "trisar" -bisar es repetir una vez- el inmortal pasaje lírico. Entre los discípulos más recientes del gran especialista en Verdi figura el tenor tinerfeño Celso Albelo, habitual en los escenarios de Oviedo.

A lo largo de tres décadas Bergonzi llegó a articular un amplio repertorio que se resumía en más de sesenta papeles, sobre todo de compositores italianos como Rossini, Donizetti, Bellini o Puccini y, claro, Verdi. No disfrutó de una voz poderosa pero la técnica y el buen gusto, realmente insuperables, le llevaron a la cima del belcanto de todos los tiempos.

En 1951 debutó como tenor en el Teatro Petruzelli, de Bari, con el papel de Andrea Chénier en la ópera homónima de Umberto Giordano. Esa actuación le sirvió de carta de presentación supuso el preludio de su debut en los dos grandes teatros europeos: la Scala de Milán y el Covent Garden de Londres, en esta última ocasión con el personaje de Don Álvaro, de "La forza del destino", de Verdi, una de sus piezas favoritas. Se especializó en la obra del gran compositor italiano y llegó a ser el mejor tenor de la época en ese repertorio. Fue esencialmente un tenor lírico, muy admirado por su bello legato y elegante fraseo.

En su extensa discografía destacan cinco versiones de "Aida" y otras tantas de "Un ballo in maschera" quizá el título que más fama le ha dado. Su disco con treinta y una arias para tenor de Verdi se considera un clásico insuperable y un super ventas. También sobresalen sus grabaciones de la "Boheme" y "Madama Butterfly" ambas con la gran soprano Renata Tebaldi.