Los vecinos del barrio de Vallobín, el más próximo al lugar del macabro hallazgo junto a La Argañosa, reviven con este suceso los trágicos días de 2009, cuando la joven discapacitada María Luisa Blanco fue asesinada en su domicilio de la calle Mariscal Solís.

En junio de ese año, el cuerpo de la chica, que tenía 34 años, apareció descuartizado en una nevera; la cabeza en el congelador. Este detalle fue sólo el principio de una larga lista de atrocidades que los vecinos quieren apartar para siempre de su memoria. Por el salvaje crimen de Vallobín respondieron cuatro personas. El hermano de la víctima, Pablo Blanco -en prisión, a punto de disfrutar de su primer permiso-, y tres jóvenes que vivían en el piso sin pagar por ello y aprovechándose de las rentas de María Luisa, su hermano y su madre, Rosario Blanco. En el piso vivía también un bebé de sólo unos meses.

Si en el barrio entonces nadie daba crédito a que a escasos metros de sus viviendas sucediese semejante cadena de atrocidades, ahora sucede lo mismo, máxime cuando la víctima es un menor de corta edad cuyo cuerpo arrojaron como si de un despojo se tratase a unos matorrales.

La pesadilla comenzó de nuevo para los vecinos el pasado lunes, cuando los operarios de una empresa de mantenimiento de Adif se encontraban realizando labores de desbroce entre los apeaderos de Vallobín y La Argañosa. Uno de ellos localizó un bulto de tela del que sobresalía un pequeño pie. A su lado, una maleta abierta.

El servicio de tren se cortó, y los agentes policiales no tardaron en tomar las vías, ante la mirada atenta de los vecinos, que en principio barajaban un accidente ferroviario. Nada que ver. Cuando supieron a ciencia cierta de qué se trataba, muchos se echaron las manos a la cabeza. La Policía les ha visitado casa por casa y su colaboración ha sido fundamental para resolver el crimen.