"En mi opinión, los culpables son los dos. A mí eso nadie me lo va a quitar de la cabeza. Si él les pegaba, la obligación de mi hermana era hacer algo y proteger al niño; que hubiera pedido ayuda a la familia". Con todo el dolor del mundo, pero los pensamientos muy claros, quien pronuncia estas palabras es Karima C., tía materna del pequeño Imran, el niño de apenas dos años asesinado a golpes hace una semana en Vallobín. La Policía Nacional busca como presuntos autores de la muerte a la madre del pequeño, Fadila C. y a su pareja, David F. V., con antecedentes por malos tratos en el ámbito familiar.

"No sabemos nada de Fadila desde hace veinte días. No es cierto que haya llamado a casa pidiendo dinero. Los primeros que queremos que aparezca somos nosotros, porque nos debe una explicación. Tenemos derecho a saber lo que ha pasado", relata la joven, que reside en Málaga igual que el resto de la familia, sus padres y sus cuatro hermanos. El mismo día que apareció el cuerpo del pequeño en una maleta junto a las vías del tren cerca del apeadero de La Argañosa, la familia de Imran empezó a sospechar que algo iba mal. "Nos llamó la exnovia de David preguntando si nosotros teníamos al niño", asegura la joven. Al parecer, tuvo un mal presentimiento al enterarse de que había aparecido el cadáver de un menor en Oviedo. La familia de Fadila intentó contactar con ella, pero nadie contestó al teléfono.

Aunque entonces no se inquietaron, conforme pasaban los días sin noticias de la joven, la preocupación fue en aumento. Al final, los peores presagios, los que querían apartar de su mente, se confirmaron: el niño era Imram. "Nos enteramos antes por la prensa que por la Policía", se queja Karima C., con quien ninguna autoridad, asegura, se ha puesto todavía en contacto.

La madre del niño desparecido es la segunda de cinco hermanos. Ninguno de ellos ha tenido descendencia, por lo que Imran era el único nieto que tenían los padres, que están "destrozados" por la pérdida del pequeño y las trágicas circunstancias en las que se ha producido la muerte. "No había cumplido los dos años, le faltaban tres meses. Para nosotros era un muñeco, un niño muy guapo y muy bueno. Se reía con todo, siempre estaba alegre, risueño... Era muy cariñoso", dice. E insiste "muy bueno", tratando de explicar que el chiquillo no molestaba a nadie, que no daba que hacer. "Lo estamos llevando muy 'malamente'. Es que es muy fuerte, demasiado fuerte", sostiene la tía del pequeño.

Karima dice que no conoce demasiado a la pareja de su hermana, que es una relación reciente y lo ha visto en cuatro o cinco ocasiones. "No sé nada de él. Trabajo cuidando a una persona mayor las veinticuatro horas al día, no tengo demasiado tiempo para nada más", asegura la joven.

Con gran pesar, la familia del pequeño Imran empieza ahora a encajar las piezas de un macabro puzle. "Alguna vez vi al niño con un golpe, siempre pregunté a mi hermana qué le había pasado, como haría cualquiera. Ella me decía que se había caído en la calle o de la cuna", relata la tía del menor. Además de los antecedentes por malos tratos físicos en el ámbito familiar cometidos en Estepona el año pasado, todo apunta a que David F. V. también maltrataba a Fadila. Los vecinos de la pareja en Oviedo aseguraron en declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA que los gritos y los golpes eran habituales en la vivienda, hasta el punto de que una noche tuvieron que llamar a la Policía. En el interior del piso, Fadila gritaba "¡no puedo, no puedo!". Sin embargo, cuando llegaron los agentes, nadie abrió la puerta.

La joven llevaba poco tiempo en la capital asturiana, desde el mes de septiembre. La pareja se trasladó con el chiquillo a la ciudad porque a él le salió un trabajo a través de un amigo en un taller mecánico. Alquilaron un piso en la calle Vázquez de Mella y allí llegaron a entablar relación con unos pocos vecinos. Algunos ya se habían encariñado con el crío, que saltaba al cuello cada vez que alguien le hacía fiestas.

Los vecinos echaron en falta al pequeño ya el viernes por la tarde. A una pareja con la que habían entablado cierta relación les extrañó ver a Fadila C. y a su pareja solos y preguntaron. Dijeron habían enviado al niño a Málaga.

Los investigadores del caso creen que en ese momento Imran ya estaba muerto, aunque aún no se habían deshecho del cuerpo. Todo apunta a que esa misma noche lo vistieron con su pequeña chilaba (una túnica árabe), lo envolvieron en una tela, y trasladaron el cadáver en una maleta a las vías del tren, para dejarlo oculto en la maleza, entre los apeaderos de Vallobín y La Argañosa. Se cree que el sábado emprendieron la huida.

El niño fue asesinado a golpes en el piso, donde se han encontrado numerosas evidencias de episodios violentos. Las lesiones que le causaron la muerte no eran las únicas que los médicos hallaron en el cuerpo del menor. Según pudo confirmar LA NUEVA ESPAÑA por fuentes hospitalarias, en el escáner que se le realizó en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) aparecieron lesiones antiguas, entre ellas, una fractura de fémur. Además, el pequeño tenía las cervicales rotas.

"Quiero que se difundan todas las fotos posibles de mi hermana, cuantas más mejor, para que aparezca pronto. Estamos esperando una explicación", reclamaba ayer su hermana en conversación con este diario. No tiene ni idea de dónde pueden estar escondidos, a dónde han huido. Sí le consta que no tienen medio de transporte propio, ningún coche en el que viajar. Y asegura que tampoco disponen de recursos económicos. "Van sin dinero, sin coche y sin nada. No conozco a la familia de él, no sé si alguien les está ayudando, es algo que desconozco", asegura la joven.

Tanto Fadila C. como su familia son de origen marroquí, concretamente de la localidad de Rahmna. Una de las hipótesis que baraja la Policía Nacional es que hayan logrado cruzar la frontera y abandonar el país, aunque la hermana de la chica cree que en Marruecos no encontrarán refugio porque "nadie va a ayudar a esconder a alguien que ha matado a un niño". Por su parte, David F. V., aunque residió en Málaga durante los últimos años, es natural de una localidad del municipio de Cambre, en La Coruña.

La ciudad no se ha repuesto aún del tremendo impacto de la muerte del pequeño. Los vecinos del barrio de Vallobín, donde residía la familia, aseguran que sólo alguien "con gusanos en la cabeza" puede cometer un hecho tan atroz. Ahora sólo esperan que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad atrapen pronto a los responsables. Y que la justicia caiga sobre ellos con todo su peso.