La cronista oficial de Oviedo da nombre a una de las nuevas calles de la ciudad, en el barrio de La Florida. Ayer, fiel a su cometido y a su vocación, Carmen Ruiz-Tilve aprovechó el acto en el que descubrió la placa que identifica el vial para hacer algo de didáctica. Contó que el terreno por el que discurre perteneció a las pelayas, "nuestras más antiguas e ilustres vecinas" y, en su faceta reivindicativa, hizo notar que pocas mujeres figuran en el callejero ovetense. Ruiz-Tilve estuvo arropada por su familia y por muchos compañeros, veteranos como ella en las páginas de la prensa local. Sus primeras palabras, al agradecer el homenaje de la ciudad, fue para su padre, Francisco Ruiz-Tilve. "Mi amor a Oviedo, temprano y poco sensiblero, se lo debo a él", admitió.

El alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, la describió como una "cronista libre y alerta, honesta con su ciudad y leal a sus gentes" y está de acuerdo con la definición que ella misma hace de Oviedo, como "una ciudad abierta y despierta". Es más, considera que la ciudad y Ruiz-Tilve comparten ambas cualidades: "Ella también es abierta y despierta". Iglesias Caunedo elogió la capacidad de Carmen Ruiz-Tilve, profesora de la Universidad de Oviedo ya jubilada, para "mantener una independencia que tiene que ver con una visión rica del mundo y de sus cosas".

Ella es, añadió, "una entusiasta de su ciudad, perteneciente a esa raza de los que sienten verdadera pasión por Oviedo". "Ama esta ciudad por encima de muchas cosas y por eso el ejercicio de su cargo de cronista es en su caso una especie de narcisismo bien entendido", observó.

"Hace mucho, por sus trabajos, por sus libros, que Oviedo le debía esta calle", reconoció el Alcalde.

La deuda se saldó en un acto sencillo y breve al que asistieron varios columnistas de la prensa local, como Orlando Sanz, Esteban Greciet o Juan José Ávila. La cronista dejó patente su admiración por Pepín Menéndez, que andaba entre el público, por sus amplios conocimientos sobre todo el concejo, más allá de los límites urbanos. Hasta La Florida fueron concejales de todo signo y el ex alcalde Antonio Masip siguió el acto sentado en primera fila. La Fundación Princesa de Asturias envió un cuarteto de cuerda, formado por alumnos de su escuela -Ignacio Rodríguez, Emma Hidalgo, Lara González y Delia Sainz-, que interpretaron dos piezas durante la inauguración de la calle, la "Pequeña serenata nocturna" de Mozart al comienzo y el "Tango por una cabeza" de Gardel al terminar.

Carmen Ruiz-Tilve recorrió, en su intervención, algunas de las calles más singulares de Oviedo: Sol y Luna o Salsipuedes, y echó en falta nombres femeninos, aunque encontró algunos ejemplos notables. "Calles para personajes literarios, mujeres de papel y algunas para mujeres de carne y hueso, algunas de las muchas que hicieron mucho por esta tierra", dijo, y entre todas ellas eligió a las hermanas Sánchez Tamargo, "con calle en Ciudad Naranco, cuatro mujeres valerosas dedicadas a la enseñanza, a las que dedicó calle Valentín Masip".

Alrededor de Carmen Ruiz-Tilve, durante la media hora que duró el acto, corretearon sus dos nietos, Alba y Luis. Con ella estuvieron sus cuatro hijos, Julián, Francisco, Matilde y Luis y sus familias. Y sobre todos ellos sobrevoló la memoria del padre de la cronista, Francisco Ruiz-Tilve. Delineante y montañero, retrató Oviedo en sus dibujos y fotos.