El arzobispo de Oviedo hizo una pausa más larga de lo habitual durante su homilía de ayer en el funeral por el gerente del Centro Médico de Asturias, Eduardo Carbajo -al que le unía una fuerte amistad-, en San Juan el Real. Las palabras se le atragantaron al contar cómo fue su último encuentro el martes, un cuarto de hora antes del fallecimiento. "Pasé a su habitación, le tomé la mano y la besé. Le di las gracias por haberme esperado antes de irse. Estoy seguro de que me oyó". Jesús Sanz emocionó a las personas que llenaron la basílica para despedir a uno de los promotores de la apertura de la clínica privada de la avenida Richard Grandío, al impulsor del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (IMOMA), a un profesional de "inusual bondad y clase", al "conde de la humanidad". Ese fue el apelativo cariñoso que el Arzobispo le dio ayer a Carbajo.

Fallecido a los 72 años a causa de un cáncer, el gerente del Centro Médico poseía el título de conde de Samaniego del Castillo. Curiosamente, Sanz es conde de Noreña -una distinción asociado a su cargo eclesiástico- por lo que ambos solían bromear sobre sus condados. "Jamás le dio importancia, estaba por encima de cargos porque era, en esencia, un hombre bueno".

Las palabras del arzobispo de Oviedo, que ofició la misa con la ayuda de nueve sacerdotes (el titular de San Juan, Javier Suárez; capellanes del Centro Médico y miembros de la prelatura del Opus Dei, entre otros), calaron hondo entre la familia, amigos y compañeros del fallecido. Sus hermanos, cuñados y sobrinos ocuparon el primer banco a la izquierda del altar y el consejo de administración del Centro Médico se sentó en el de la derecha. Y es que si algo quedó claro ayer es que todos son una gran familia.

Así, el presidente del Centro Médico, José Antonio Muñiz, se deshizo en halagos a Carbajo a la salida del funeral. "Le conocía desde hace más de treinta años, era una persona excepcional y su pérdida es terrible". El director adjunto de la clínica, Miguel García, destacó su dedicación al trabajo y al desarrollo del Centro Médico. "Sólo siento no haberlo conocido más tiempo para aprender de su sapiencia, porque llegué a Asturias hace tres meses".

El cardiólogo y médico adjunto del centro privado, José María Richard (que lleva el mismo nombre que su padre, fundador junto al fallecido del Centro Médico), hizo hincapié en el amor que Carbajo demostró durante su vida hacia su profesión. "Sus hobbies eran el Centro Médico y la montaña. Si un domingo no lo veías en los pasillos de la clínica, no estaba en casa, sino de excursión por algún pico".

El presidente del IMOMA, José Luis San Agustín, aseguró "no estar lo suficientemente agradecido a Eduardo Carbajo por su empeño en luchar contra el cáncer y por su apoyo a la investigación de la enfermedad", que cristalizó en la apertura del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias.

Para el secretario del consejo de administración de la sociedad Medicina Asturiana, Jesús González Aparicio, "a Carbajo sólo le faltaba ponerse la bata blanca". A su lado, su compañero Fernando del Cano, consejero de Medicina Asturiana, insistió en que "era un buen paisano".

Otros rostros conocidos que estuvieron en la basílica de San Juan el Real fueron el senador del PP por Asturias Isidro Fernández Rozada; el neumólogo del Centro Médico y presidente del Patronato de la Fundación Ópera de Oviedo, Jaime Martínez, y el médico jubilado y presidente de la Sociedad Filarmónica, Jaime Álvarez-Buylla, entre otros.

Entre las numerosas muestras de cariño recibidas por la familia de Eduardo Carbajo sobresalieron las del prelado del Opus Dei, Javier Echevarría -que envió sus condolencias desde Roma-, y las del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. El propio Jesús Sanz leyó sendos pésames durante el funeral, en el que quiso rendir homenaje al fallecido con unas sencillas palabras sobre su primer encuentro, hace cinco años, y sus últimas conversaciones. "La primera visita que hice a Asturias como arzobispo fue al Centro Médico para ver a los enfermos. Eduardo me acompaño y me trató con deferencia. Después, mi operación coincidió en el tiempo con su primera sesión de quimioterapia. En ese momento me ayudó a comprender algo que yo había escrito: 'La vida vale más que nuestra agenda'. Nunca lo olvidaré".