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Yuja Wang enseña un piano superlativo

La concertista china cerró las Jornadas "Luis G. Iberni" con un recital maravilloso desde el arranque con Liszt y Schubert hasta las cuatro propinas encadenadas del remate final

Yuja Wang, durante el recital de ayer noche en el auditorio Príncipe Felipe. MIKI LÓPEZ

No se puede tocar mejor que la pianista china Yuja Wang. Ayer noche se vio en el Auditorio Príncipe Felipe, durante el concierto de cierre de las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni" que patrocina LA NUEVA ESPAÑA . El público aplaudió a rabiar y no paró a lo largo de las cuatro propinas que ofreció la joven intérprete que tiene 27 años, la frescura propia de su edad y al mismo tiempo la madurez de los artistas senior y más consagrados.

Abrió la sesión, que será difícil olvidar, con las adaptaciones para piano de Liszt sobre canciones de Schubert. Una mezcla maravillosa a la que se sumó Yuja Wang para completar un trío superior. Claridad luminosa en "El canto del cisne", dramatismo pleno en "Mensaje de amor" y ríos de ensueño para "El molinero y el arroyo". Larga ovación cargada de admiración.

Después, la sonata número 3 de Chopin que, desde el allegro inicial, desplegado en dos temas muy marcados, mostró la genialidad del compositor y la admirable plasticidad de la intérprete. El rápido scherzo permitió, ya en el trío, poner en claro la calidad de la concertista china, con un sonido genuinamente chopiniano. Un largo como un nocturno y el final para despertar emociones si es que aún era posible ir más allá.

Tras el descanso, seis obras de diversa factura de Scriabin, excelentemente elegidas como había ocurrido con Liszt y Schubert -y qué decir de Chopin- que dieron pie a la expresión más acabada de la sensibilidad de la concertista. El remate, con la sonata número 9 fue excelente. Y como final de velada Fantasía Oriental de Balakirev, trepidante en cada nota y arrolladora en conjunto. Una dosis casi excesiva y tan contrastada con todo lo anterior que, en solo unos minutos, nos mostró una intérprete completamente nueva.

Final aparente porque Yuja Wang, que lucía un vestido azul y estaba elegantísima, se animó y después del vals número dos de la opus 69 de Chopin siguió con otras tres piezas entre ovaciones seguidas y un entusiasmo que no cedió nunca hasta las diez de la noche.

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