El Arca Santa y su tesoro de reliquias recorrieron, según testimonios entre la leyenda y la historiografía, miles de kilómetros antes de ser puestos a buen recaudo en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo. Una de las etapas podría tener ahora soporte documental según el albacea de la Casa de los Tusinos, Esteban Álvarez Castañón.

Álvarez Castañón ha exhibido un documento que reza: " (El Arca) fue escondida de los enemigos en el mismo lugar en el que está hoy fundada nuestra santa casa de Camposagrado". El manuscrito, según publica "Diario de León", relata que en el 715, Urbano, arzobispo de Toledo, "se retiró a las Asturias y llevó consigo las sagradas reliquias en compañía del infante don Pelayo". El documento pertenece a un legajo de un pleito del marqués de Astorga que se alargó durante tres siglos. Dicho marqués quiso probar en el pleito el origen de la Casa de los Tusinos con un manuscrito que habla de la batalla de Covadonga y de la batalla de Camposagrado, al norte de la actual capital de León, donde se halla un santuario mariano que la leyenda data originariamente en el año 722, cuando tuvo lugar dicha batalla entre un ejército cristiano guiado por un capitán del rey Pelayo, Colinas, y un ejército musulmán, que fue derrotado. Álvarez Castañón comenta que siempre habían oído en la familia leyendas de un arca que contenía el "lignum crucis" (trozo de madera de la cruz de Cristo), de la que sus antepasados fueron guardianes. Una vieja copla de los Tusinos dice: "Y guardianes los nombró de los tesoros del Reino, tesoros de Dios. Y para el Sacro dieron de los tesoros de Don Pelayo oro y piedras para hacer el arcón".

Según la leyenda, el Arca Santa se custodió en Jerusalén y contenía reliquias de Jesús, María y de los apóstoles, pero cuando el rey persa Cosroes II invade la ciudad santa, en el 614, los cristianos envían el Arca hacia Alejandría. Los persas avanzan por el norte de África y el Arca es enviada ea Cartagena, donde el obispo Fulgencio decide remitirla al obispo de Sevilla, Leandro. Cuando un obispo posterior de la sede sevillana, el leonés Isidoro, fue nombrado obispo de Toledo, se la lleva consigo.

De Toledo volverá a ser sacada cuando la invasión musulmana se aproxima. En su itinerario hacia Asturias, fue ocultada durante 80 años en la cueva de Santo Toribio, en el Monsacro (concejo de Morcín). En esos años, y hasta comienzos o mediados del siglo IX, cuando llega a Oviedo, pudo haber pasado por los episodios que ahora relata el albacea de la Casa de los Tusinos.