"Sería inasumible comprar un coche y que te dieran únicamente la licencia de uso -no su propiedad-, y para un solo usuario, de manera que no pudieras compartirlo o dejarlo a otros". Sin embargo esa es la situación de quien adquiere, por ejemplo, "una licencia de Microsoft Windows, que es monopuesto y monousuario, para un solo ordenador y una sola persona, pero hemos interiorizado esa tiranía en el uso de la informática, en lugar de defender el software libre". Lo explicó ayer Alexis Puente Montiel en la charla "Treinta años de software libre" en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Puente es miembro de Hacklab Pica Pica, un grupo de usuarios de ese tipo de programas y aplicaciones informáticas.

La idea del software libre es que "los usuarios deben tener derecho a usar, modificar y compartir los programas libremente". Tal derecho supondría que "cualquier persona pueda mejorar los programas si necesita adaptarlos a unas condiciones concretas". Lo contrario significa que cada vez que "sale una versión de Windows el Gobierno de Cataluña tiene que pagar varios millones de euros para que Microsoft lo traduzca al catalán". Eso quiere decir que "el consumidor está cautivo". Efecto de esa situación es que "en Asturias, por ejemplo, no puede haber desarrollo regional independiente en informática, porque las licencias tiene cautivos a los usuarios o a quienes quieran desarrollar novedades están encadenados a los intereses de las empresas transnacionales del software privativo". Entrar en el software supondría también "impedir aplicaciones espía introducidas en esos programas".