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La Alcaldía, como una casa de apuestas

La fragmentación del arco político del Ayuntamiento plantea varias alternativas para dotar de gobierno a la ciudad, más allá del acuerdo del frente de izquierdas de Somos, PSOE e IU

La fragmentación de la Corporación municipal salida de las urnas del pasado domingo asemeja estos días al Ayuntamiento de Oviedo a una de esas casas de apuestas en las que se puede sacar la billetera por casi todo: acertar el resultado de un partido de fútbol, tratar de adivinar los goleadores e, incluso, jugarse unos euros a concretar en qué set saltará un tipo desnudo en la final de Wimbledon. Las cábalas y las posibilidades de unos y otros para hacerse con la Alcaldía lo monopoliza todo: desde el debate público, a los corrillos de salón, pasando por las charlas de café. Puestos a jugarse los cuartos, se plantean hasta cuatro posibilidades de pacto para que Oviedo tenga alcalde el próximo 13 de junio, día de la toma de posesión de la nueva Corporación local.

El frente popular. Si se es un jugador conservador, y a estas alturas del partido, el resultado que menos se pagaría sería el triunfo de la izquierda. El voto en bloque a favor de un candidato de concentración -en este caso la podemita Ana Taboada- de Somos-PSOE-IU pondría fin a veinticuatro años de hegemonía de la derecha. Las tres formaciones sumarían 14 concejales -Somos, 6; PSOE, 5 e IU, 3- frente a los once del PP. Aunque en este punto el apostador debería tener en cuenta una serie de variables que harían que el triunfo final del frente no fuera tan claro. Por un lado, las malas relaciones personales entre destacados miembros de la candidatura de Somos y el líder de IU, Roberto Sánchez Ramos, "Rivi". Éstos roces se arrastran desde 2007, cuando Sánchez Ramos dejó ASCIZ a pocos días de las elecciones para retornar a IU. Algo que Taboada y los suyos aún no han olvidado. Por otro lado, entran en juego las estrategias a nivel regional y nacional que han empezado a desplegar los partidos para dar gobierno en otras comunidades y ayuntamientos. En este punto, el problema puede ser la falta de conexión entre las distintas candidaturas y marcas locales con la que los círculos cercanos a Podemos han concurrido a las municipales.

La opción bipartidista. A falta de un acuerdo entre las izquierdas, se abriría la puerta al pronóstico del acuerdo de investidura entre el PP y el PSOE. El problema se centra en la falta de sintonía entre los populares y el socialista Wenceslao López, que, además, lleva años poniendo en solfa el modelo de ciudad diseñado por los conservadores. De igual forma, López se ha cansado de repetir que "por higiene democrática" es necesario poner fin a la etapa del PP. El último intento de acuerdo entre el PP y el PSOE tuvo lugar con motivo de la negociación del presupuesto de 2014. Los populares no aceptaron las exigencias socialistas, ya que a su juicio supondrían un torpedo a la línea de flotación de sus políticas de promoción económica.

La consolidación del acuerdo con IU. Entre las combinaciones para dotar de estabilidad al Ayuntamiento hay otra que pasaría por aunar los votos de la derecha y la izquierda, en este caso los de IU. Sería una opción complicada, a pesar de que la coalición ha pactado con los populares los dos últimos presupuestos, pero siempre absteniéndose. Como en el caso del PSOE, la coalición lleva años siendo muy crítica con las políticas del PP. Además, la dirección local de IU aboga desde hace meses por un frente común contra Caunedo y los suyos. Roberto Sánchez Ramos abundó en este discurso durante toda la campaña, llegando incluso a proponer entre mitin y mitin la redacción de un programa en común para animar a los simpatizantes de izquierdas a acudir a votar.

El acercamiento imposible. La apuesta millonaria sería sin duda un rocambolesco acuerdo que rompería todos los pronósticos: que Somos diera el visto bueno a que el actual alcalde en funciones, Agustín Iglesias Caunedo, siguiera en el cargo. Esta posibilidad no sería entendida por los votantes de ninguna de las dos formaciones. En el caso del PP hay fieles que aún se hacen cruces por los pactos presupuestarios con IU, el viejo enemigo.

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