"La industria tabaquera sigue haciendo un marketing muy poderoso dirigido a chicas jóvenes. Es brutal. La edad de inicio son trece años", afirma Isabel Nerín de la Puerta, neumóloga y psicóloga, quien ejerce la docencia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza.

La doctora Nerín muestra varias cajetillas de tabaco "slim", palabra inglesa que significa "esbelto", "delgado". No es un adjetivo casual. El formato de cajetillas y cigarrillos no es inocente. "Sugiere una asociación entre el consumo de tabaco y el peso. Hay más de 30 marcas, destinadas a niñas y adolescentes: con florecitas, todo en color rosa...".

La profesora zaragozana explica la filosofía de fondo: "Al tratarse de cigarrillos más finos y estilizados, la gente joven considera que es menos perjudicial, algo parecido a lo que ocurrió con el tabaco light, que logró que muchas mujeres retrasaran la decisión de dejar de fumar y se pasaran al tabaco light pensando que era más saludable. Ahora, la palabra light está prohibida en la Unión Europea porque sabemos que es igual de perjudicial". Según Nerín, vincular el tabaco a un mejor control de la ansiedad y el peso es "una falsedad".