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el barrio opina

El Antiguo afronta "un problema social"

El vecindario atribuye a la escasa actividad comercial y al éxodo de residentes el asentamiento de bolsas de marginalidad en el barrio

La calle Magdalena, tomada por la Policía tras la reyerta del jueves. LNE

Una pelea en la calle Magdalena, con navajas de por medio, con un herido y un detenido, ha hecho saltar las alarmas sobre la seguridad en el casco antiguo. Entre los vecinos los hay que describen un panorama desolador y otros que pintan el barrio como un remanso de paz. Hay pocas cosas en las que coincidan todos. Una es que el asunto excede lo policial y merece la categoría de "problema social"; otra que hay que perder el miedo y denunciar. Hay otras ideas que se repiten, como la de cambiar bares por comercios y actividades que revitalicen sus calles y alejen las bolsas de marginalidad.

La presidenta de la Asociación de Comerciantes del Oviedo Antiguo, Irene García, refiere que ya el año pasado presentó una queja a los grupos políticos municipales. Lo que ocurrió en la calle Magdalena el pasado jueves, dice, "se veía venir". Irene García habla de "acoso a los viandantes", cuenta que "no se puede estar tranquilo mirando los escaparates" y que el trapicheo de drogas se lleva a cabo a la hora que los niños llegan del colegio en autobús. Alaba la labor policial pero considera que lo que pasa en ese lugar del Antiguo trasciende sus competencias. "La Policía hace su trabajo y la Concejalía de Servicios Sociales tiene que ocuparse del suyo", opina.

Juan García, que preside la Asociación de Vecinos del Oviedo Antiguo, sostiene que el de esta zona "es el problema social más importante de Oviedo" y habla de ocho muertes violentas en los últimos once años, además de comas etílicos y heridos todos los fines de semana. "La gente tiene miedo, hay incluso asaltos a los domicilios", afirma y refiere que por las calles hay individuos "extremadamente peligrosos". Su asociación lleva años enfrascada en una campaña contra el ruido y su presidente afirma que ahora "la inseguridad ya está casi al mismo nivel que la contaminación acústica". "Llevamos años pidiendo comercio en el casco antiguo. Deberían quitar bares y abrir tiendas", expone, de lo contrario "mucha más gente se irá".

En esa misma línea se pronuncia Manuel Álvarez, de la directiva de la Asociación de Afectados por la Movida, que también hace alusión al éxodo de vecinos y que se queja de "la degradación del barrio en los últimos años". "Lo sucedido esta semana es resultado de una situación: hay inseguridad, cuando paseas por la calle lo haces con prevención, sobre todo los fines de semana", añade. "En la calle Mon hay dos edificios completamente deshabitados: el barrio está dominado por la hostelería y no hay más actividades, ni comercio ni artesanía", se queja. Sostiene que el Antiguo se ha convertido en "una zona de desahogo, más que de ocio, por el día es un barrio muerto" y se refiere -con cierto escepticismo- al inminente cambio en el gobierno municipal. "Tendremos que contactar con el nuevo equipo y contar nuestros problemas, otra vez", comentó.

En el Fontán han optado por plantar cara al problema. Ana Isabel Alvarez Balbín presidenta de la asociación de vecinos, cuenta que el pasado mes de marzo se reunieron con la Policía Nacional y expusieron su problema. "Había un repunte de toxicómanos, algunos eran viejos conocidos, otros gente nueva y venían a los soportales", cuenta. La Policía tomó cartas en el asunto y ahora están tranquilos. Ella anima a los vecinos y a los comerciantes de las calles Magdalena y Juan Botas, escenario del último altercado sangriento, a denunciar: "Nosotros hicimos un trabajo a fondo, reunimos firmas y denunciamos con nombres y apellidos. No se puede vivir con miedo, deben denunciar". Álvarez Balbín recuerda reunidos en los soportales del Fontán hasta 16 indigentes y toxicómanos, de noche, dando gritos, peleándose, orinando y dejando un rastro de suciedad y jeringuillas. La portavoz de los vecinos confía en que si la Policía empieza a controlar las bolsas de marginalidad las personas conflictivas "acabarán aburriéndose y se marcharán". En algunos casos la intervención social no es útil, opina desde su experiencia como abogada, ya que muchos de los que viven en la calle "no quieren saber nada de los servicios sociales y prefieren ingresar en la cárcel a entrar en un albergue".

Pancho Alonso, que preside la Asociación Oviedo Redondo, tiene una visión distinta. Afirma que "en cualquier ciudad hay gente pululando que se busca la vida y hay que aprender a vivir con ella". Sostiene que los que se mueven por el Antiguo "no son especialmente violentos, no roban a nadie, están a su mundo y de vez en cuando protagonizan escenas como la del otro día". En su opinión y como vecino afirma que el Antiguo es "uno de los barrios más tranquilos, en otros barrios hay más problemas", y continúa: "En el Antiguo hay una calidad de vida que no tiene nadie en Oviedo, es como un pueblo, no pasan coches, no hay contaminación...". Lo que hay que hacer, dice, es "repoblar el Antiguo. Y Moisés Cima, que no es vecino pero que lo frecuenta asiduamente como integrante del Espacio La Llegra, opina que "no existe inseguridad real ni en Oviedo ni en Asturias". "La gente que creció en los ochenta sí vivió una violencia real. Por muy lamentable que sea un robo a una persona no es un problema social. A veces interesa generar alarma, incluso políticamente".

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