Óscar Arnulfo Romero y Galdámez tenía 63 años cuando el 24 de marzo de 1980, siendo arzobispo, moría a causa de una bala explosiva disparada a su pecho mientras decía misa en el hospital de la Divina Providencia, en San Salvador. El día anterior, domingo de Ramos, en la catedral, había pronunciado la que se conoce como "homilía de fuego", acerca de que la Iglesia ha de ofrecer un servicio de liberación personal, comunitaria y trascendente. Ese día, la Junta Revolucionaria Militar de El Salvador ya tenía previsto acabar con él.

Treinta y cinco años después, el pasado febrero, el Papa Francisco desatascó su proceso de santidad -cuestionado porque a Romero se le acusaba de haber entrado "en política"-, y le declaró "mártir por odio a la fe". Finalmente el arzobispo conocido popularmente como "San Romero de América" fue beatificado el 23 de mayo en San Salvador.

La Iglesia de Asturias, encabezada por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, celebró ayer en la catedral una nutrida misa de acción de gracias por el beato Óscar Romero. En su homilía, Sanz Montes, no escatimó elogios al "arzobispo mártir de El Salvador", ya que "la alegría que tantos sentimos se hizo emoción agradecida al Papa Francisco por habernos señalado a este querido hermano contemporáneo".

Según el mitrado, "el espectáculo de la santidad es consentir que Dios en nosotros haga el bien en medio de tantos males; que grite su paz cuando la violencia nos diezma y destruye". Y sobre la vida de Romero afirmó que "no nació mártir, sino que aprendió a serlo mirando a Cristo y mirando a los hermanos que daban su vida violentamente", porque "quien fuera descartado hasta el desprecio burlón, se fue poco a poco afirmando con autoridad evangélica hasta ser señalado como revolucionario". Romero "cambió su escenario: de estar con los poderosos que usaban la religión para sus intereses, a estar con los pobres y pequeños, con los aprendió de modo nuevo el Evangelio".

El mismo año que se iniciaba la causa de canonización del arzobispo de San Salvador, en el lejano 1990, en Asturias nacía el Comité Monseñor Óscar Romero, según evoca Fermín García Lorenzo, presidente de la Asociación de Jubilados de Teverga, fundador de dicha asociación y presidente de ésta entre 2000 y 2008. "A raíz de un viaje de Javier Fernández Conde a Nicaragua, del que volvió ilusionado, constituimos el comité, que como los demás de España se ha dedicado a proyectos de cooperación para América Latina". García Lorenzo no duda de que "Romero fue evolucionando al ver la realidad de El Salvador, y se fue involucrando hasta dar su vida por defender a los más necesitados". También recuerda que "fuimos a El Salvador a los 25 años de su muerte, a una asamblea de todos los comités del mundo, y para entonces él ya era 'San Romero de América'".

Elena Díaz Palacios, también integrante del comité asturiano desde su fundación, considera que "la Iglesia le acaba de dar un espaldarazo con la beatificación", aunque "el proceso estuvo muy parado, como toda la teología que vino de América Latina, en entredicho por si era marxista, pero hoy existen otras valoraciones diferentes".

Un dato menos conocido de la vida del beato Óscar Romero es su relación con en el Opus Dei, ya que acudía en El Salvador a encuentros y actividades de los sacerdotes del movimiento fundado pro San Josemaría Escrivá. Es más, "la mañana del día en el que fue asesinado mantuvo una reunión con ellos, según refiere Francisco Santamaría, portavoz del Opus Dei en Asturias.