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Veneno para perros en el parque

Los vecinos de Foncalada denuncian la aparición de matarratas y comida tóxica en el recinto canino de la plaza Ana García, que ya cerró tres semanas para limpiarlo

Veneno para perros en el parque MANUEL IBÁÑEZ

Los dueños de perros de la zona de Foncalada están hartos. Sucedió por primera vez hace un mes, pero acaba de volver a ocurrir. El parque canino de la plaza Ana García, en la zona de Foncalada, amaneció un día de mediados de mayo con tres pastillas de matarratas en su interior. Estaban las tres esparcidas por la misma zona, metidas en una bolsa rosada. Había una cuarta fuera del recinto, junto al bordillo, como si alguien las hubiera tirado todas a la vez desde una ventana cercana y una hubiera caído fuera.

Miguel Plans, vecino de la zona y dueño de Lluna, un precioso labrador chocolate, se enteró por un wasap a las 08.45 de la mañana. Se lo mandó Tati, otra vecina, que acababa de ver a su perra ir hacia la pastilla. Le avisaba de que tuvieran cuidado, que alguien había puesto veneno para perros en el parque. Plans se vistió, fue hasta allí y avisó a la Policía Local, que se llevó las pastillas y clausuró el recinto para limpiarlo.

El parque se cerró el 14 de mayo y no volvió a abrirse hasta el viernes 5 de junio, 21 días después. En ese periodo, Plans y otros dueños de perros recogieron 700 firmas para pedir su reapertura. Sucedió que, tan sólo dos días después de la reapertura, apareció una zanca de pollo venenosa. Los usuarios decidieron llamar a la Policía Nacional para denunciar las dos cosas: la aparición de las pastillas de matarratas y la zanca de pollo venenosa.

Sostienen que hay "gente" que no quiere allí a los perros y que intentan envenenarlos para echarles de allí. Y dicen que no se van a callar, que allí no molestan, que ni hay olores ni hacen ruidos a altas horas de la madrugada, como "se queja alguno". Por eso piden "tolerancia" y "respeto" para que sus animales puedan jugar sin temor en el parque habilitado.

"Si no te gustan los perros lo puedo entender, pero no se pueden hacer estas barbaridades. Hay que respetar porque la intolerancia no sirve", asegura Miguel Plans, que hace un símil contundente: "Si a mí no me gustara la gente no iba a ir dando cuchillazos por la calle".

Plans suele acudir diariamente al parque canino, como Carmen Argüelles, como Belén Álvarez, como Valentín Velasco... Dicen que no suelen estar por allí más tarde de las once de la noche . "No hacemos ruido. Eso es una excusa que ponen para justificar que nos vayamos", asegura Argüelles, dueña de Chuqui, un Yorkshire. "La gente piensa que al comprar un piso adquiere todo el entorno, y no es así", añade.

Valentín Velasco cuenta que un día estaba con su perro "Scoti", un cocker de siete años, cuando una señora salió por la ventana con gritos e insultos. "Estaba en el recinto y me dijo de muy malas formas que se fueran los perros de allí", reconoce. "Pueden no gustar, pero hay que respetar. Nosotros somos los primeros que hacemos para que no molesten, los primeros en denunciar cuando vemos a alguien que no recoge los excrementos", dice.

"Se hace un parque para que los perros estén controlados y ahora no gusta", interviene Belén Álvarez, dueña de "Nana", otro Yorkshire de 18 meses. "Ahora cuando venimos nos metemos nosotros primero para inspeccionar si hay algo", añade. El problema no es nuevo. El domingo un perro se intoxicó con carne venenosa en el Campo San Francisco y hace semanas ocurrió en La Florida. Plans denuncia que en el Palais han aparecido trampas en forma de salchichas con clavos.

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