La ruta comienza en la localidad de Fresnedo, donde tomamos una pista de hormigón que sale junto al lavadero y que en ascenso se dirige hacia el fondo del valle siguiendo las indicaciones de la PR AS-157.

Ignorando los primeros cruces que se encuentran, la pista va poco a poco ganando altura siempre cubierta por la frondosidad del arbolado, vamos admirando el paisaje y viendo todo el Cordal de La Mesa hacia el sur.

Una vez llegamos a una zona donde la pista hace una curva a la izquierda, se debe coger la pista que sale a la derecha, que desciende suavemente para atravesar un arroyo y cambiar bruscamente el sentido de la marcha. A partir de este punto, la pista inicia un fuerte ascenso llegando a una especie de mini área de descanso, al abrigo de una gran piedra, donde hay un panel informativo sobre la fauna. Desde este punto tenemos una bonita vista de la Peña Sobia sobresaliendo sobre el verde del bosque. A partir de aquí la pista inicia un fuerte ascenso que en zigzag se introduce en un hayedo. En plena subida nos aparece el tronco viejo y retorcido de lo que fue un haya totalmente cubierta por la maleza de la que se cuenta una curiosa anécdota. Estamos en la Faya de la Medida, lugar donde subían los mozos de fresnedo a tallarse. Si daban con la cabeza en un nudo entonces eran aptos para ir al servicio militar, y si no se libraban del mismo. Era una ancestral costumbre vigente hasta principios del siglo XX. Seguimos camino arriba en busca de la braña. Al poco trecho llegamos a unas praderías que se cruzan en el sentido de la marcha, y a cuyo final están dos pequeños depósitos de agua que son la entrada a la bella braña de Fuexos (fuexo significa terreno en hondonada), en donde todavía quedan tres corros de piedra en perfecto estado, además de un gran número de cabañas derruidas. El regreso debe hacerse por el mismo camino.

La braña los Fuexos apenas tiene actividad, aunque otrora tuvo una actividad intensiva. Esta actividad se desarrollaba principalmente entre los meses de mayo y septiembre. En dicho período los vaqueiros hacían lo que se denominaba "la braña", que consistía en subir desde el pueblo hasta las inmediaciones de la misma para reunir al ganado, amamantar los terneros, ordeñar, etc... Los terneros pequeños se dejaban recogidos en los corros (edificio totalmente construido de piedra haciendo una bóveda), siendo esta la forma de resguardarlos de los depredadores de la noche. A continuación los vaqueiros se reunían para comentar las posibles anomalías de la jornada e ir cada uno a su cabaña para pasar la noche en ella. A la mañana siguiente realizaban nuevamente sus tareas para posteriormente bajar al pueblo y colaborar con el resto de la familia en las tareas de la época, recoger la hierba o la escanda.