Carmen Maura (Madrid, 1945) es una de las grandes de la escena española. De esas que pueden presumir de haber participado en películas que han marcado la historia del país ("¡Ay Carmela!", "Volver", "Mujeres al borde de un ataque de nervios", "La comunidad"), en proyectos extranjeros al alcance de unos pocos elegidos y bajo las órdenes de los más grandes, como Pedro Almodóvar, Carlos Saura o Francis Ford Coppola, premio "Princesa de Asturias de las Artes" 2015. Entró en la interpretación profesional de casualidad "cuando mi grupo de teatro de la Universidad se disolvió", pero llegó y se quedó. La carismática actriz está estos días en Oviedo, rodando junto a Dani Rovira "El futuro ya no es lo que era", la nueva película del director madrileño Pedro Barbero. Una historia en la que Maura interpreta a una actriz de éxito, madre de un joven que se siente perdido (Rovira), que sueña con ser actor pero trabaja como futurólogo en una televisión local, que ha fracasado en su relación de pareja y que intenta mantener un trato normal con sus hijos.

-Están casi en el ecuador del rodaje en Oviedo, ¿qué balance hace?

-Muy bueno. Oviedo es una ciudad muy tranquilita. Con Dani he congeniado muy bien, tiene mucho sentido del humor. Y él es muy echado para adelante.

-¿Y con el director?

-Cuando le conocí sabía que iba a ir rodado, y así es. Además él ha escrito el guión y eso es una ventaja. La verdad es que es muy difícil que yo me sienta incómoda en un rodaje. Llevo mal estar mucho tiempo lejos, porque echo de menos a mi perrita y mi casa. Hace poco estuve dos meses en México, eso sí se me hace más duro.

-¿Cómo prepara un personaje?

-En casa y yo sola. Nunca he tenido coach ni cursos de interpretación. Leo el guión una y otra vez, y si es una comedia me río mucho durante esas lecturas, porque luego en escena no lo hago.

-¿Se pone nerviosa?

-Es muy raro que me ponga nerviosa, ni ahora ni nunca. No me asusta interpretar a un personaje, me lo tomo como un juego. Si me equivoco, vuelvo a empezar y listo. Me pongo mucho más nerviosa en la vida real. Es que me divierte tanto hacer de otras personas...

-Quizás ahí está el secreto del éxito...

-Puede ser. A mí misma también me extraña. Llegué a la interpretación por casualidad. Del grupo de la Universidad pasé al Ateneo de Madrid; ahí me encuentro con gente que me anima y descubro la facilidad que tengo para este trabajo. Lo que se me da mejor sin tener que hacer demasiado esfuerzo. Para todo lo demás no estaba muy dotada. Ni para formidable esposa y madre, nula en matemáticas y en informática, y esto se me daba bien desde pequeña. Cuando jugaba con mi hermana le decía: 'está lloviendo'. Y ella no se lo creía. Yo abría el paraguas, cogía al bebé, iba encogida (risas). A los 10 años ya montaba funciones con mis amigas. Un año les hice a todas pedir a los Reyes Magos un traje de bailarina para un espectáculo porque soñaba con ser bailarina.

-En el cine, hizo sus pinitos en eso del baile.

-De pequeña bailaba, pero como en casa molestaban las castañuelas y el taconeo lo dejé hasta los 30, que lo recuperé como actriz. Además hice mucho cabaret y café teatro. No lo hacía bien, pero ponía cara de que sí. Y en baile nunca reconocía que me equivocaba, echaba la culpa al de al lado.

-¿Es de las que se piensa mucho los papeles que hace?

-Nunca me he preocupado por eso que llaman la carrera. Yo soy la primera sorprendida al ver a dónde he llegado. He ido escogiendo mis papeles pero de una manera muy frívola. Lo que me ha decidido a dar el sí es que me cayera bien el director, que iba a hacer de veterinaria, que la película pasase en el campo...

-Y así llegó a Almodóvar.

-Cuando empecé a trabajar con él, yo estaba de primera actriz en el Teatro Nacional. Y todo el mundo me decía: 'estás loca', 'vas a hundir tu carrera', porque lo veían como un ordinario. Y yo trabajaba con él, aunque sabía que iba a llegar a ser famoso, porque era la persona más divertida de la compañía en la que estaba trabajando.

-¿Qué supuso para usted ser "chica Almodóvar"?

-Otra parte de mi vida. Hice muchas películas con él, me lo pasé muy bien, hice personajes preciosos y luego trabajé con otros. Pero no me gusta hablar de él porque no le gusta que lo haga. Cuando empecé en mi familia era un tema que no se trataba y con mis amigas actrices tampoco, aunque luego acabaron trabajando con él. Yo comí con muchas para convencerlas.

-¿Cuál ha sido su papel más importante?

-Lo que más me interesa es que la gente vaya a ver las películas. Siempre me han fascinado las colas del cine, desde pequeña.

-¿Le afectan las críticas?

-Paso de ellas, de las buenas y de las malas. Al principio igual me afectaban algo, pero ahora paso totalmente. Estoy presentando una película, "La vanidad", rodada en francés y que habla de la eutanasia pero con notas de comedia. Estuvimos en una sección pequeña en Cannes y fue un éxito, y hace unos días en el Festival de Locarno (Suiza), en la Gran Plaza, y los 8.000 que entran allí se quedaron alucinados. Pero sin embargo en San Sebastián no la han cogido. Eso sí me duele.

-¿Y no irá?

-Tengo que presentar un corto que ha escrito y dirigido Paco León. Pero que no me pidan que me quede ni a cenar. Podemos ir a Cannes, estrenar en una buena sala en París, ir a Locarno y no estar en San Sebastián. Eso es España.

-¿Cómo ve la situación del cine español?

-Tenemos mucho talento, y eso es lo importante. Yo he trabajado por un millón de sitios y a nivel tanto de técnicos como de actores somos de lo mejorcito. Tenemos cualidades como el sentido del humor y la intuición que nos ponen en la cabeza. Pero la cultura se considera una gracieta en este país. Para muchos vivimos del cuento y somos los chulos subvencionados de la corte, pero las subvenciones tardan siglos en llegar, si llegan.

-Eso y un 21 por ciento de IVA cultural.

-Es vergonzoso. Están acabando con el teatro. Y sin embargo el porno tiene un 6 por ciento. Y el nuevo ministro de Cultura diciendo que le encanta el cine español, que ve "Cine de barrio". Pues estamos apañados, sí que estás actualizado, tío. Mal vamos mientras eso no cambie.

-¿Cómo ve a Antonio Resines en la Academia?

-Tengo muchas esperanzas en él porque es completamente surrealista. No le pega nada el cargo. Se va a encontrar con los políticos y no se va a cortar, y buscará nuevas soluciones. Yo confío en que acabe con el 21%.

-¿Cómo lleva la popularidad?

-Me llegó en 24 horas, por un programa de televisión ("Esta noche"), y fue un "shock". Era una sola cadena y tenía 12 millones de espectadores. Nunca había ambicionado eso. Lo pasé muy mal de dos a tres meses, que llegaba a casa y lloraba porque iba a comprar y todo el mundo me reconocía; la señora que trabajaba en casa me empezó a tratar diferente, hasta mi nombre me sonaba raro. Pero hice una lista de ventajas e inconvenientes y me volví practica. No voy a restaurantes de moda, voy súper normal por la calle, atiendo a todo el mundo... y con esos trucos se lleva mejor. Eso sí, que no se te ocurra colarte en una fila. Del amor al odio hay un paso, y tenemos que ser mucho más educados y amables que el resto.