"No puede ser que la ciudad más limpia -reconocida por la Organización de Consumidores- tenga el campo más gochu". Sin rodeos, Jaime Campillo pone el dedo en la llaga del Carlos Tartiere. El vicepresidente de la APARO, la agrupación de peñas del Oviedo, resume el sonrojo de los oviedistas en los últimos días porque una cosa es saber que el estadio no está muy allá y otra ver una colección de basura, desperfectos, desconchones, porquería en general, en las fotografías que publicó ayer LA NUEVA ESPAÑA.

La afición reclama al Ayuntamiento que "cumpla con su parte" y mantenga el campo en condiciones y pide, a través de Campillo y, por tanto de la APARO, "un poco de consideración con el club". Igual que el grupo Symmachiarii, con su toma de posición expresada ayer en un comunicado. "El Ayuntamiento debe poner los medios necesarios para garantizar que el estadio esté en correcto uso para su inquilino. (...) La situación social no es la mejor para grandes dispendios, pero tampoco para justificar la dejadez hacia una de las principales instituciones de la ciudad".

La afición se expresa sin rodeos después de observar la película de los últimos días. Arrancó todo el pasado jueves, cuando Joaquín del Olmo, el asesor deportivo de los accionistas mexicanos del Oviedo (Carlos Slim, a través del grupo empresarial Carso), clamó que "el estadio está muy mal" y señaló al Ayuntamiento como primer responsable.

Hubo respuesta y en la sala de prensa consistorial comparecieron de urgencia la concejala de Infraestructuras, Ana Rivas (PSOE), y la de Deportes, Mercedes González (Somos). Expresaron sorpresa por las quejas oviedistas, dijeron que el Ayuntamiento ha cumplido con todo lo que le ha reclamado el Oviedo -aseguraron que en dos meses 170.000 euros de dinero público ha entrado en el estadio- y señalaron al PP cuando afirmaron que les dejaron el campo "con mucho deterioro".

Ese último detalle abre la espita del combate político. El exalcalde Agustín Iglesias Caunedo no ha podido tener mejor ocasión para estrenarse después de su reciente regreso a Oviedo, tras un mes ausente por sus vacaciones y su boda. Primero, tomó una línea conciliadora. "Es imprescindible que el Real Oviedo se mantenga al margen de las guerras partidistas". Después, política: "Este Gobierno municipal tiene que dejar de echar las culpas al anterior ejecutivo y asumir sus propias obligaciones". Más tarde, sacó pecho: "Estoy satisfecho de la relación que mantuve (como Alcalde) con el Real Oviedo. En esos años cumplimos los compromisos de mantenimiento, limpieza y césped; comenzamos la reparación de las humedades en las cubiertas; mejoramos los accesos con una nueva calle; pusimos en marcha los trámites para afrontar la sectorización del campo, la construcción de nuevos palcos... Siguió con un pellizco al tripartito local. "Está tan dividido que emplean todas sus fuerzas en competir entre ellos"; también siguió la línea de la afición: "No entiendo que en dos meses no hayan tomado decisiones para cumplir con su obligación de mantener el estadio". Y, por último, se ofreció a colaborar, aunque sus votos en el pleno no sean necesarios: "El tripartito debería plantear un plan urgente para resolver las deficiencias del Tartiere. El Grupo Popular apoyará todos los proyectos económicos que presenten para mejorar el estadio".

De esta polémica sale bien parado el accionista de referencia del Oviedo, el grupo Carso. "Los mexicanos miran por el club; ya no estamos en Segunda B y hacen un equipo para estar dignamente en Segunda División. Los dirigentes cumplen su parte, ahora que el Ayuntamiento cumpla la suya", sentencia Jaime Campillo. "Algún día querrán sentarse en el palco", remacha.

La parte más notoria de la afición, el grupo Symmachiarii, se sintió aludido con las palabras de Ana Rivas cuando dijo que había gente que entraba en el campo los días que no había partido. Y responden así. "Nos ofenden insinuaciones generalistas que intentan de manera maliciosa echarnos la culpa de un problema que va mucho más allá de nuestros tifos". Suelen preparar sus coreografías en el estadio, y por eso la reacción. Creen que están fallando "las formas y las maneras" en el Ayuntamiento, que "si existe voluntad de ayuda, no está siendo entendida" y por eso reclaman entre el consistorio y el Oviedo "el mayor de los entendimientos", aunque tienen claro quién debe arreglar el estadio.