La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La subida al Naranco, un reto personalizado

En bicicleta o a pie, a diario o una vez al mes, el ascenso al monte ovetense se adapta a todos los gustos y capacidades

Un ciclista en pleno descenso. LUISMA MURIAS

Hábito, tradición o un fatigado reto personal. La subida al Naranco puede tener muchas motivaciones, pero siempre deparará la misma consecuencia: la satisfacción que da, agujetas aparte, una buena sesión de ejercicio físico. Desde siempre, este empinado recorrido figura como una de las ascensiones -ya sea a pie o en bicicleta- más emblemáticas de la zona centro de la región. Además, el hecho de que esté imbricado en plena capital facilita enormemente el acceso a los que se atreven a probar con esta ruta.

"Es como todo, depende de lo que te exijas; yo suelo hacer unos 100 kilómetros, incluyendo la subida, una vez por semana", explica el ovetense Diego Ferreiro. Para él, "no es muy complicado", aunque siempre pueda parecérselo a la gente que "lo hace a lo bestia". Eso sí, hay una zona que tiene marcada en rojo durante la subida: el trayecto que transcurre desde San Miguel de Lillo hasta la zona del restaurante. Ferreiro considera que el tráfico, que puede representar una molestia para los ciclistas, es llevadero: "Los conductores suelen respetarnos bastante". "Llevo subiendo desde los 12 años, y ahora tengo 40; espero no tener que dejarlo nunca", concluye Ferreiro.

Obviamente, subir el Naranco requiere un esfuerzo en cuanto a tiempo, mucho menor para los que optan por la bicicleta que para aquellos que deciden hacerlo "a la carrera". Los hay que optan por los domingos, con su grupo de amigos. Otros se lo toman como su San Silvestre particular, y suben al Naranco para quemar los excesos el día de fin de año. Los más asiduos lo hacen varias veces por semana, luchando ascensión tras ascensión por superar su marca personal.

En cuanto a la subida en bicicleta, el récord, de 12 minutos y 7 segundos, lo estableció el ciclista vizcaíno Iban Mayo en el año 2004. Teniendo en cuenta que se trata de un corredor que ha ganado etapas del Tour de Francia y del Giro de Italia, no parece recomendable que los aficionados a los pedales intenten acercarse a semejantes cronometrajes. Un amateur poco avezado puede necesitar tranquilamente entre 30 y 45 minutos.

José Ramón Castaño, trabajador del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), subraya "la tranquilidad" que le aporta hacer la subida en bicicleta: "Las vistas son una gozada, es una buena manera de desconectar". A pesar de ser un gran aficionado al deporte -"si no cojo la bici, corro o nado todos los días"-, coincide con Diego Ferreiro en que el tramo que va de la curva de San Miguel hasta "unos 500 metros más adelante", es "lo más complicado".

No sólo de gente de Oviedo se nutre la subida al Naranco. "He tardado una hora y media en venir desde Gijón y subir, ahora sólo me queda la vuelta", bromea José Luis Redondo, que explica que le apetecía hacerlo "por las impresionantes vistas que ofrece el trayecto".

Una breve excursión por la historia. En el ámbito profesional, la subida al Naranco nació como carrera ciclista en 1941. Fue a partir de 1981 cuando comenzó a disputarse año a año, adquiriendo categoría 1.1 en el baremo de la UCI Europe Tour desde que se crearan los Circuitos Continentales UCI en 2005. En 2011, dejó de disputarse como carrera independiente -el asturiano Santi Pérez figura como su último ganador- para integrarse como etapa final en la Vuelta a Asturias, de la que Igor Antón salió victorioso en la edición de este año.

De vuelta a lo cotidiano, un paseo o una sesión de carrera son otras excusas para realizar la subida hasta el monumento del Sagrado Corazón de Jesús, la estatua que vigila la ciudad desde el punto más alto del Naranco. Ramón Montes y Juan Muñoz lo hacen a diario, caminando. Ni siquiera la lluvia supone un impedimento para cumplir con esta saludable rutina. "Es el pulmón de Oviedo, el Ayuntamiento debería destinar fondos a mejorarlo, es algo que está por explotar", comenta Montes, lleno de vitalidad a sus 70 años. Muñoz no se queda atrás: con 63 años, invierte unos 45 minutos en subir, y le sobran fuerzas para ponerse a hacer gimnasia antes de bajar.

A pesar de su afición al trayecto, señalan dos aspectos con los que no están del todo contentos: la suciedad y el tráfico. "Los peatones somos los que lo tenemos complicado, más que los ciclistas", apunta Montes. Muñoz, por su parte, pone el foco sobre los senderos: "Están sin arreglar, hay hasta garrapatas".

La existencia de varios establecimientos en los que refrescar el gaznate después de una dura sesión de deporte supone un importante atractivo para decidirse a subir al Naranco. María José Campomanes y Daniel Ron lo aprovechan para hacer el recorrido a pie con su perro "Oso", un cachorro de pastor alemán de tan sólo tres meses. "Nos viene bien a los tres, y de paso, nos quedamos a tomar algo en los bares", explican.

Compartir el artículo

stats