Llevaba tiempo organizando el viaje, nada más y nada menos que dos años (se moría de envidia cada vez que veía en televisión esos programas de gente que un día agarró la maleta y se fue a empezar de cero desde otro lugar). Durante ese tiempo se pasaba las jornadas de casa al trabajo y del trabajo a casa, haciendo las horas extras que podía y gastando lo mínimo. Sabía que al final todo el esfuerzo tendría su recompensa.

Malvivía en la habitación de un piso compartido a las afueras de Madrid. La casa, vieja; ya no se sabía exactamente cuál era el color de las paredes. La habitación, minúscula, tenía una pequeña ventana que daba a un patio interior poco luminoso y lleno de tendederos, una pequeña cama, un armario con varias décadas a sus espaldas y un escritorio algo más moderno, pero no mucho más (como de finales de los ochenta). La calefacción funcionaba regular, a ratos, era algo inoportuna; casualmente los días de más frío era cuando peor iba, los inviernos se hacían eternos, a la espera de días más largos (que parecían no llegar nunca) y temperaturas más agradables. Era un lugar horrible, oscuro y frío. Pero nada de eso le importaba: sólo tenía que conseguir ahorrar la mayor cantidad de dinero posible, el fin era viajar durante un tiempo y conocer tantos países como pudiera, y quién sabe si comenzar una nueva vida en uno de ellos.

Así que no lo pensó dos veces. Cuando ya había reunido el dinero necesario, preparó una mochila y puso rumbo a su destino. El primer lugar en visitar seria la India: todo estaba planificado, tenía perfectamente organizado todo el recorrido. El alojamiento, en hoteles económicos, y para comer, algo rápido en los puestos ambulantes que había a cada paso.

Quien sabe cómo, al cabo de unos días comenzó a tener un malestar. Todo hacía presagiar que en su intestino había parásitos, algo muy común cuando uno sale de casa. Allí era bastante fácil eliminarlos con un preparado de una planta de hojas carnosas, que crecía como mala hierba en casi cualquier lugar. Escéptico, lo tomó durante cinco días hasta estar recuperado. Esta maravilla de planta era la verdolaga.

Más conocida como portulaca, es originaria de la India y Oriente, aunque en la actualidad podemos encontrarla en todo el mundo. Perteneciente al género Portulaca, es la encargada de dar un toque de color al final del verano. Podemos tenerla en flor desde primavera hasta otoño, un detalle muy interesante ya que apenas necesita cuidados, le es suficiente con un terreno arenoso para crecer sin ninguna dificultad, no es exigente, con poco se conforma (un suelo pobre y que no retenga excesiva humedad es suficiente). A poder ser en un lugar soleado, ya que, al llegar las primeras heladas, muere.

Aunque se cultiva como ornamental en muchos lugares, crece silvestre y no vean de qué manera; tanto que se ha llegado a considerar como una mala hierba. No necesita mucha agua, es más, es capaz de soportar condiciones extremas, gracias a sus hojas carnosas. Si cultivan en maceta les basta con regar una vez a la semana, a no ser que las temperaturas sean elevadas, entonces regaremos varias veces, pero cuidado, nunca debemos encharcarla; lo mejor antes de actuar es ver cuándo el sustrato está completamente seco.

Las variedades que crecen silvestres suelen tener la floración amarilla, y las que se usan en jardinería varían en colorido, siempre muy intenso: rosas, naranjas, rojos, amarillos, un amplio abanico de color que dará vidilla al jardín y los balcones ya pasada la época estival.

No requiere de grandes cantidades de nutrientes, pero el guano en época de floración no va nada mal. A medida que las flores se marchitan, se eliminan de manera manual; esto ayuda a estimular una mayor floración y a que la planta se vea perfecta. Al mismo tiempo pueden eliminarse aquellas ramas secas o muertas, o incluso podar, porque las ramas han crecido demasiado.

Es muy fácil conseguir ejemplares mediante semilleros o esqueje. Este último siempre es más rápido y efectivo en un sustrato arenoso, y humedeciendo de vez en cuando, en poco tiempo estarán enraizados. Por el contrario, si nos atrevemos con el semillero, este proceso será un poco más lento y sin tanta probabilidad de éxito. En primavera se puede probar suerte, en un sustrato también arenoso y mantenido ligeramente húmedo, hasta que las semillas germinen y las plántulas ya puedan ser trasplantadas.

Un truco para evitar la proliferación de hongos es regar solamente cuando el sustrato este completamente seco. Un exceso de humedad en el terreno puede traer como consecuencia la aparición de hongos que pudran la raíz, y esto puede dar lugar a engaños. Si la planta tiene aspecto de seca, pero el terreno sigue húmedo, la cosa pinta mal, y los hongos ya se han apoderado de la raíz. La botrytis puede causar daños, por lo que es importante controlar el riego. En tema de plagas es mucho más resistente: no le ataca nada. Muy raro tiene que ser el caso para que aparezca algún pulgón, y de ser así un macerado de ajo termina con ellos.

Esta planta tan colorida, de hojas carnosas, tiene más usos aparte del ornamental. Podría decirse que vale para todo. Sus infinitos usos medicinales hacen de ella una planta indispensable en medicina natural, tanto hojas, tallos, flores y semillas. Limpia la sangre, ayuda a un mejor funcionamiento de las vías urinarias, es depurativa, elimina parásitos intestinales, es diurética, podemos aplicarla de manera externa a modo de cataplasma, incluso podría ayudar a inhibir el crecimiento de tumores. Se puede consumir en fresco, en ensaladas o hervida, es una gran fuente de fibra, omega 3 y vitamina C. Pasa desapercibida y es una planta muy apañada, lo mismo que nos soluciona la cena, nos da color al jardín.