Decía Jorge Martínez en este periódico que, tras "cinco años en el cementerio", "Ilegales" volvía en plena forma. Así pues, ayer, con la ciclogénesis amenazando, los muy fieles, que no faltaron a la cita, volvieron a disfrutar de lo lindo de los guitarrazos del líder del grupo, de canciones que nunca se borrarán de la memoria de generaciones. Canciones como "Europa?", "No me gusta el trabajo", "Yo soy quien espía los juegos de los niños", toda una obra de arte; o "Todos están muertos", y otras del sello de "Hipster" y tantas magníficas perlas más ("Hola mamoncete") que siguen frescas en los gustos del personal. Canciones que siguen provocando emociones varias, que están vigentes y que, como también comentaba Jorge Martínez, han enlazado con las nuevas generaciones con naturalidad. Y sonó a gloria pura cuando tocó "Tiempos nuevos, tiempos salvajes".

La banda no dio opción a la monotonía, ni a que bajaran las pulsaciones rítmicas del personal, ni a que nadie se quitara un gramo (valga la medida) de energía en la carpa de La Ería durante la sesión que abrió "Soldier".

Volvió "Ilegales" con algunas canciones de su nuevo disco. "La vida es fuego", y volvió también rescatando algunas piezas perdidas y, cómo no, algunas de sus perlas gloriosas, algo que encandiló al público. Pero sobre todo volvió con su sonido reconocible en cualquier lugar. Ese es el quid: cuando una banda de rock es reconocible es que hay una personalidad que engancha eternamente a la afición. Además, claro, del potente directo de "Ilegales". Sin duda, uno de los grupos con mayor talento de la historia reciente del rock. Esa fue la gran ciclogénesis de la noche: el potente rock de "Ilegales". Y la noche seguía?