La atmósfera era ochentera, desde la música de ambiente (sonaba "Boy George", por ejemplo) hasta la "intro" para abrir el concierto, un guiño a la serie "El Equipo A". Y, efectivamente, apareció Rick Astley con su pose actual, ya lejana de la de aquellos tiempos de su explosión con "Never Gonna Give You Up", pero todavía con armas suficientes como para desplegar una buena escenografía.

Sonido, luces y pantallas para ritmos ligeros, muy llevaderos, divertidos y que engancharon de salida a los fieles del cantante que se citaron en La Ería. No muchos pero intensos.

Si algo tienen los músicos "anglo" es profesionalidad absoluta. Así que nada impidió que lo diera todo en el escenario y que a esos muy fieles que allí estaban les dejara un buen sabor de boca. Además estaba respaldado por una sólida banda, sus "chicos", como dice él (hay también una corista).

El pop de Astley vale para cualquier tiempo. Así pues fue envolviendo en sus ritmos y movimientos al público que ayer fue a verle a la carpa de la Ería. Saludó y bromeo: le habían dicho que España era muy cálida pero gesticuló con el frío autoabrazándose.

Astley aún mantiene el pedigrí de aquellos tiempos en que el éxito citado líneas atrás (que faltaban por aparecer cuando se cerraba esta edición) y otros como "Together Forever" han servido para que su nombre perdure. El músico incluso oteó el terreno con tiempo, ya que llegó una noche antes al hotel Monumental Naranco, seguramente para aprovechar y probar la sidra y demás productos de Asturias, como contó a este periódico.

Arrancó entre pieza movidas, algunas de ambiente soul, otras evidentemente retornando al pop y baladas que certificar su variedad en este directo. Con el paso del tiempo se fue ganando a la afición. La atmósfera se asoció enseguida y la gente mostró su complicidad desde el principio.