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ISABEL FARIÑAS | Profesora del Departamento de Biología Celular de la Universidad de Valencia

"Los grandes desafíos de la medicina regenerativa son el corazón y el cerebro"

"Las neuronas se cuidan ejercitándolas; hay expertos que animan a hacer baile de salón y sudokus, porque a más vida activa intelectual, mejor"

Isabel Fariñas, en el Palacio de Congresos Ciudad de Oviedo. LUISMA MURIAS

Isabel Fariñas Gómez, profesora del Departamento de Biología Celular de la Universidad de Valencia, ha estado en Oviedo para participar en el 27.º Congreso de la Sociedad Anatómica Española. Fue la encargada de pronunciar la conferencia magistral titulada "Células troncales en el sistema nervioso".

-Se ha descubierto que el cerebro adulto puede generar nuevas neuronas.

-Ha sido espectacular. Durante décadas, los neurocientíficos considerábamos que un ser humano nacía con unas neuronas que iba a conservar toda la vida y que, en todo caso, sólo podía perder. En los mamíferos, ese fenómeno sólo se da en dos nichos: la zona subventricular, relacionada con el olfato, y la supranular, con el aprendizaje contextual. No sabemos por qué ha elegido eso la evolución, pero los datos acumulados apuntan a que esas neuronas participan en procesos de discriminación fina; por ejemplo, olores parecidos. Eso tiene mucho valor para los roedores, pero si lo trasladas a un aprendizaje con contexto, también puede ser bueno para los humanos.

-También se ha logrado una activación a partir de células madre.

-Las células madre son el foco de la medicina regenerativa. Hay dos ámbitos ligados a las células madre adultas en su vertiente fisiológica. Uno es el envejecimiento: tenemos atrofia, encanecemos, hay menos regeneración en general... probablemente porque el envejecimiento tiene un impacto sobre el comportamiento de todas las células madre de nuestro organismo al mismo tiempo. Quizá podamos intentar un cierto rejuvenecimiento corporal actuando directamente sobre nuestras células madre.

-¿Y la segunda?

-Sabemos que muchos tumores se originan a partir de células que tienen propiedades de células madre: son autorrenovantes y capaces de dar lugar a múltiples tipos celulares, pero se han desregulado y serían las más altas en la jerarquía de la formación de un tumor. Por eso muchos trabajos en oncología celular se centran en atacarlas. Si se forma un tumor a partir de ellas, podrás atacar la masa del tumor, resecarlo; pero si dejas unas pocas de éstas, te vuelven a regenerar el tumor. O redirigimos las terapias hacia esos tipos de células o habrá recidivas aunque extirpes el tumor.

-¿A qué problemas, éticos o económicos, se enfrentan los proyectos con células madre?

-Las células madre adultas no suponen ningún problema para nadie, pero las de embriones, que son las que mayor potencial tienen, han despertado muchas reticencias. Cada uno se posiciona de acuerdo a sus conceptos, y luego está el debate social, que tiene que existir. En España tenemos una de las leyes más progresistas e innovadoras del planeta, y eso facilita que la gente trabaje en condiciones. No sabemos cuál va a ser la célula buena para la medicina regenerativa.

-¿Se abre la puerta a remediar males neurodegenerativos como alzhéimer o párkinson?

-Se está avanzando más en otros tejidos porque el cerebro es muy intrincado y no permite fácilmente que se integren las células que trasplantas allí. En el párkinson ya se ha hecho terapia celular; empezaron los suecos en los 80, trasplantando neuronas dopaminérgicas obtenidas de fetos de cuatro a seis semanas. Quedó demostrado que es un procedimiento seguro y factible. El problema es que la fuente no era la adecuada. Por eso se pasó a estudiar la posibilidad de obtener de células madre que pudieran expandirse previamente. Lo malo es que cuando un paciente de párkinson manifiesta los primeros síntomas, más del 50 por ciento de las neuronas dopaminérgicas ha muerto ya. Otro problema es que las células embrionarias, las más plásticas, pueden generar un tumor con cierta facilidad, y eso hace que no lleguen a ensayos clínicos avanzados, porque en humanos las agencias reguladoras consideran que son potencialmente peligrosas.

-¿Qué caminos tomará la medicina regenerativa?

-Terapia celular en leucemia se hace desde tiempo atrás. Sabemos generar piel "in vitro", córneas, restaurar cuestiones articulares y óseas... Eso sí, ya no tenemos que trabajar con células madre procedentes de embriones, que nada tienen que ver con el paciente. Lo más revolucionario de los últimos años es poder sacar la célula de un paciente en una biopsia ambulatoria -todo en el mismo día- y reprogramarla metiéndole cuatro genes, retrotreaerlas a un estado como el que tiene en un embrión. La gracia es que es idéntica genéticamente al paciente, y eso lleva a una medicina regenerativa personalizada.

-¿Qué partes del cuerpo se les escapan todavía?

-Muchísimas. Los grandes desafíos son el corazón y el cerebro. En el corazón, estas técnicas eran prometedoras, pero muchas cosas publicadas se ha demostrado que no se sostienen. La investigación básica sólida es fundamental para proporcionar terapias que sean fiables, pero eso lleva mucho tiempo y no se pueden acelerar los pasos.

-Mientras las investigaciones avanzan, ¿qué se puede hacer para cuidar el cerebro?

-Ejercitarlo, como los músculos. Escuché a un neurólogo que animaba a hacer baile de salón y resolver sudokus. Cuanta más vida activa, mejor; si te hace pensar. Si simplemente ves la televisión y no te cuestionas nada... Tiene que ser ejercicio intelectual, lo que le guste a cada uno.

-¿Qué hábitos le pasan más factura a la materia gris?

-Lo dicta el sentido común. Se ha estudiado que el ejercicio aumenta la neurogénesis en los citados nichos y, sin embargo, el alcohol y las drogas la disminuyen. Las neuronas no se dividen jamás; si muere una, la pierdes.

-¿Por qué no hay ninguna Universidad española entre las mejores del mundo?

-Es complicado. Nos falta historia, masa crítica, dinero... No somos más tontos que los demás. Antes de la crisis, había empezado a aumentar la masa crítica con gente que se había formado en el extranjero y volvía. Es lo que debería querer nuestro país, que invierte muchísimo en la formación de un estudiante universitario. Se ha perdido también por la falta de sensibilidad política hacia la Universidad, que se considera una especie de lujo. La gente tiene que saber que estamos mermando uno de los motores que nos llevaría a salir de la crisis a largo plazo.

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