Cristina Llano Sánchez (Infiesto, Piloña, 1986), pasó en su pueblo natal los primeros años de su vida, hasta que a los seis años, su familia se instaló en Oviedo. Esa primera infancia le sirvió para crear unos lazos muy estrechos y simbólicos con el campo, que se complementan a la perfección con el amor que profesa a Oviedo, la ciudad de su adolescencia y juventud, ligada a los primeros recuerdos como persona autónoma. Será por haberse criado con sus abuelos ganaderos, o por tener un padre veterinario, muy conocido en Asturias; pero el caso es que Cristina, ex alumna del colegio Meres, siempre viaja con una foto de su pueblo en el bolso "para no olvidarme de donde vengo". Realmente viene de muchos lugares, pero al final, el periplo siempre acaba en la capital del Principado, para ella: "la ciudad perfecta, a la que siempre quiero volver".

Amplitud de miras con Asturias como telón de fondo. "Fui alumna del Colegio Meres. Estudié Derecho y Administración de Empresas en ICADE, en Madrid. La veterinaria me gustaba, pero prefiero a los animales sanos antes que a los enfermos. Tampoco me hace mucha gracia mezclar mi vida profesional con la personal. Así que me gradué en 2010, tras seis años de carrera. Mi primer trabajo fue en un banco de Inversión en Londres. Estuve allí tres años. En casa siempre ponía una foto de mi pueblo, para no olvidar nunca de donde vengo. Siempre que paso el Negrón lo paso fatal. El orgullo de ser asturiana lo llevas de una manera sana. Yo creo que eso se nos nota a todos. En Londres tenía una gran carga de trabajo pero, a cambio, recibí una enorme dosis de aprendizaje. Tuve la suerte de cubrir compañías españolas y además mi jefe era asturiano, así que siempre había un poco de química. Fue una experiencia buena. Después me fui a hacer un MBA en la Universidad de Columbia. Volví en junio".

Como si el tiempo se detuviese. "Cuando regreso a Asturias es como si el tiempo no hubiese pasado aquí. Eso, a la vez, te da mucha paz. Durante el máster empecé a desarrollar un proyecto empresarial que incluye el diseño de bolsos. Crecí con una hermana que tiene una discapacidad intelectual y me preocupa mucho la incorporación de estas personas a nuestra sociedad; por eso el proyecto se llama "Miemana". Son bolsos hechos artesanalmente en talleres de Asturias, que los hay muy buenos. Me resultó fácil trabajar con ellos. Parte de los beneficios de cada uno de los que se venden van a la Fundación Vinjoy, que hace una labor extraordinaria. Las borlas de los bolsos las hacen allí. Son modelos tipo bombonera, inspirados en uno que tenía mi madre. Los usuarios del Centro de Apoyo a la Integración Vinjoy (CAI) son los que deciden qué hacer con los fondos que reciben".

La solidaridad ligada a la entrega a los demás. "Para mi siempre ha sido algo natural convivir con mi hermana discapacitada. La gente reacciona de diversas maneras. Hay de todo, pero notas enseguida quien tiene un familiar cercano con alguna discapacidad y quien no".

La integración en el ámbito de la ciudad. "Mi hermana Susana tiene discapacidad intelectual, no física, así que a la hora de moverse por la ciudad no tiene dificultades. Podría contar decenas de experiencias muy buenas con gente que se le acerca con la que habla y que le hablan. Yo soy muy exigente con ella y tenemos nuestros momentos. Cuando le pido que me ayude con algunas cosas nos enfadamos un poco, pero enseguida se nos pasa".

Vocación artística y formación financiera. "La verdad es que no me considero una diseñadora, por eso me dejo aconsejar todo el tiempo. Creo que puedo cometer errores y para evitarlo, escucho a toda la gente que sabe más que yo, que hay mucha. Siempre me encantó pintar, y el hecho de tener una formación financiera, me viene bien para añadirla a esta vena creativa. Al final, en la vida, todas las cosas se van complementando. Es como un puzzle que va cuadrando poco a poco".

Oviedo, y el encanto de la adolescencia. "Por toda la ciudad hay muchos lugares que me recuerdan a mi adolescencia, a esas primeras emociones que sientes como persona independiente. Desde las primeras salidas con las amigas a las visitas al museo Arqueológico y al Museo de Bellas Artes con mi padre, los sábados por la mañana. También pasé muchas tardes en clases de alemán. Guardo un cariño especial a una tienda, porque justo delante de ella quedaba siempre con mis amigas, y allí nos poníamos al día de todo. Y luego están esas cosas como la primera vez que mi madre me llevó a comprar ropa, siendo una niña y me dejó elegir. Y es que para mí, en aquel momento, venir de Infiesto a Oviedo a comprar era como ir a Nueva York".

Un lugar cómodo y cercano. "También me gustaba mucho salir en San Mateo, pero ahora los ruidos los llevo un poco peor. Oviedo es una ciudad muy cómoda, que te da opción a mantener cercanía con los demás. Por ejemplo, yo siempre trato de evitar el transporte público, me gusta caminar de un lugar a otro".

"Sigo conservando las amigas del colegio. Aunque muchas de ellas están fuera, algunas empiezan a volver. Todas tenemos un vínculo muy fuerte con Oviedo".

"Relaciono la ciudad con la felicidad. Me gusta mucho una frase del filósofo José Antonio Marina que dice que la felicidad no es tenerlo todo, sino la adecuada mezcla de un poco de todo. Eso son Oviedo y Asturias para mí".