Para Daniel Díaz Anca (Oviedo, 1981), la juventud es un grado. En sus años de experiencia profesional como empresario en el sector de la gastronomía, ha tenido que enfrentarse a una dura crisis, que ha sabido capear con mucho esfuerzo. Díaz Anca es uno de los pocos jóvenes de su generación que permanece en Asturias y que lucha por salir adelante en su tierra, al contrario que la mayoría de sus amigos y compañeros de estudios, repartidos en diferentes lugares del mundo.

Una infancia totalmente ligada a Oviedo. "Oviedo es mi ciudad. Toda mi vida he vivido en ella. Estudié en el colegio Menéndez Pelayo, de la calle General Elorza, y me crié en Fray Ceferino. Ésa es la zona de la capital que me recuerda a la infancia y a la juventud. Y eso que durante una temporada me fui a vivir a La Fresneda, un lugar precioso, pero en el que yo echaba mucho de menos las comodidades del centro de la ciudad".

El joven que quiso ser auditor de cuentas. "Hice Empresariales en la Universidad de Oviedo. Cuando terminé la carrera mi intención era prepararme para ser auditor de cuentas. Me gustaba mucho la contabilidad, de hecho fue una de mis asignaturas favoritas durante la carrera. Así que me matriculé en un máster de experto en Auditoria de Cuentas, y después empecé a hacer prácticas en un despacho ubicado en la ciudad. Cuando pensaba que tenía mi futuro laboral encarrilado, en el año 2008 me hablaron de una licitación pública de la cafetería del auditorio Príncipe Felipe, algo que no tenía mucho que ver con lo que yo pensaba hacer. Mis familiares acabaron por convencerme. Me presenté y gané el concurso. Enfermó una de mis tías, empecé a colaborar con la empresa familiar de catering. La concesión de la cafetería terminó en 2012, aunque se prolongó un poco más".

El duro mazazo de la crisis. "La mala situación económica que ha vivido España en los últimos años me afectó de lleno. El peor año fue sin duda 2013, lo recuerdo con horror. El principal problema fue que, como las cosas iban muy bien, nos metimos en una nave en Asipo, con una inversión considerable. Si no me hubiese metido en eso, ahora no tendría créditos que pagar".

Y llegó una leve recuperación. "Este año sí que se ha notado la recuperación. No tiene nada que ver con los anteriores. Incluso empezamos con nuevos proyectos. Debo reconocer que me supuso bastante sacrifico y esfuerzo salir a flote. Es verdad que en alguna ocasión llegué a plantearme tirar la toalla. Pero era un pensamiento irracional. Cuando lo meditaba con calma, me decía a mí mismo que tenía el deber de tirar de la empresa, que lleva funcionando desde 1998. No quiero ser yo quien la cierre, ni mucho menos".

Añoranza de los amigos que se marcharon. "Todos mis amigos se fueron de Asturias. Los tengo repartidos por medio mundo: en Londres, en Bélgica y hasta en Australia. De momento han regresado solamente dos. Las oportunidades para los licenciados no son muchas. Nos hemos convertido en una comunidad de funcionarios, volcada en el sector servicios. Sería necesario dar un poco la vuelta a todo eso y crear condiciones más propicias para crear empresas y puestos de trabajo, que es de lo que se trata".

Una lección personal. "Estos años duros me han servido para llevarme importantes lecciones. Sobre todo he aprendido a apreciar lo que se tiene, sea poco o mucho, a disfrutar de los sencillo y a tener mucha fuerza de voluntad. Al final la acabas teniendo, te conciencias de lo que tienes que hacer. A decir verdad, no es tan difícil".

La aventura de emprender. "Empezar en el mundo empresarial, lo que hoy se denomina emprender, no debe abordarse como una moda. Tiene que lanzarse al ruedo el que tiene capacidad y deseos de ello. No todo el mundo posee las mismas aptitudes. Hay gente a la que le gusta llevar una vida mas segura y previsible, y luego estamos otros más inconformistas y echados para adelante".

Ser emprendedor unas veces sale bien y otras no. Ese riesgo hay que asumirlo. Yo me considero bastante inquieto. No valgo para centrarme en un solo sitio, me gusta estar en muchos. Por ejemplo, a través de la empresa de catering conoces a mucha gente. Me meto en la cocina, me gusta. Los programas dedicados a la gastronomía me parecen bien, son superentretenidos. También aprendo trucos y recetas".

La capital tradicional y entrañable. "Oviedo es una ciudad tradicional y es verdad que a veces cuesta traer cosas nuevas. Se nota hasta con las empresas de organización de eventos. Fuera de Asturias te piden cosas más modernas. No es menos cierto que todo ha cambiado bastante en los últimos años. Lo de Madrid y Barcelona acaba llegando, pero falta un poco. En Oviedo se echa en falta gente joven. Si no hay savia nueva, mal vamos. Lo ideal sería que todos esos que se marcharon volviesen con todas las ideas nuevas, aplicadas a negocios y formas de trabajar. También echo mucho en falta un cine dentro de la ciudad".

"Parte de mi corazón lo tengo en Llanes, es de justicia decirlo. Pero muchos de los mejores recuerdos de niño son de aquellas tardes en las que mis abuelos me llevaban a Salesas; la verdad es que pasaba por allí veinte veces al día, estaba al lado de mi casa. Mi madre me dejaba con los cuentos en el supermercado del centro comercial mientras hacía la compra. Ahora, a veces, me da un poco de pena pasear por Oviedo. Falta gente hasta por las noches. Para salir me gusta mucho la zona de Montecerrao, uno de los pocos lugares con juventud".