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La instrucción del crimen de la maleta | Imágenes exclusivas del presunto asesino en las horas previas al fallecimiento del pequeño

"Si me hubiesen hecho caso, Imran viviría"

Una vecina del edificio en el que vivía el niño asesinado en Vallobín asegura en el Juzgado que denunció graves palizas en el entorno familiar y que la respuesta policial "no fue adecuada"

"Estoy indignada, si me hubieran hecho caso el niño estaría vivo". Esta es la sorprendente declaración realizada esta semana en los juzgados por una mujer que residía en el mismo edificio que Imran, el pequeño de dos años asesinado hace casi un año en la calle Vázquez de Mella, y arrojado a las vías del tren en el interior de una maleta. La mujer, citada como testigo en la causa que instruye la magistrada titular del Juzgado de instrucción número 3, Begoña Fernández, asegura que denunció en varias ocasiones que en la vivienda que ocupaban Imran, su madre Fadila C. S. y su padrastro David F. V. se sucedían palizas brutales y que allí vivía un niño. La pareja está en la cárcel acusada de asesinato, a la espera de ser juzgada.

"Eran mis vecinos del piso de abajo, yo vivía en el cuarto y ellos en el tercero. Son viviendas antiguas y se escucha todo", relató la testigo, de 35 años y natural de Grado, según consta en la declaración, a la que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA. En varias ocasiones -no supo precisar si dos o cuatro- la mujer asegura haber escuchado en casa de sus vecinos "broncas gordas, golpes de personas y golpes de muebles". Asegura que "la chica gritaba y él también gritaba: gritaban los dos" y que un día en concreto, de madrugada, los gritos de Fadila C. S. subieron de volumen. "Decía que no podía más, que la dejase. Se oían gritos de tortazos, de socorro... Todo lo decía la chica y se oían muchos golpes", manifestó la mujer en se de judicial. Fue precisamente ese día, y tras media hora de gritos, cuando decidió llamar a la Policía, no recuerda si a la centralita del 091 o a la del 092.

"Estaba viendo que podía pasar una desgracia y llamé. Los policías venían vestidos de calle y como no les abrían vinieron a mi casa para que les contase. Yo les dije que hicieran todo lo posible por entrar, ya que había un niño pequeño dentro y estaba pasando algo muy gordo. Estaba preocupada por la chica, pero me preocupaba más el pequeño", declaró la testigo.

Tras entrevistarse con ella, esta vecina de Vázquez de Mella -que se ha mudado de piso tras el crimen- asegura que los agentes volvieron a la casa de Fadila y David. Finalmente abrió él y le pidieron que se identificase. "Yo lo estaba escuchando todo desde mi casa. Los policías preguntaron qué estaba pasando, que había quejas de los vecinos... Y el chico dijo que no pasaba nada, que estaban teniendo sexo y que a ella le había dado un ataque de ansiedad". La mujer sostiene que los agentes también pidieron hablar con Fadila, que le preguntaron si todo estaba bien y que ella respondió que sí, que todo estaba bien y que no había ningún problema. Así que los agentes abandonaron el inmueble.

"Estoy indignada porque no se me hizo caso. No entraron en el domicilio. Creo que se pudo haber salvado al niño, que se pudo hacer algo para evitarlo. El procedimiento que se utilizó no fue el adecuado y si se hubieran hecho bien las cosas a día de hoy el niño estaría vivo", declaró esta mujer durante el interrogatorio en el Juzgado de instrucción número 3 de Oviedo. En este contexto, la testigo fue interrogada sobre por qué no había acudido antes a prestar declaración sobre estos hechos. Respondió que estaba muy afectada por todo lo que había pasado y que decidió mudarse. Y que cuando fue requerida para presentarse en sede judicial tenía miedo de encontrarse con sus exvecinos, ahora en prisión, y "no tenía fuerzas" para pasar por ese trance.

El pequeño Imran murió de una brutal paliza en octubre de 2014. Su cuerpo fue arrojado a la vía del tren, amortajado, en una maleta. Lo encontraron unos operarios que realizaban unas labores de limpieza junto al apeadero de La Argañosa. Una vez identificado el cuerpo, la investigación se centró en localizar a la madre, de origen marroquí, y a su compañero sentimental, el gallego David F. V. Fueron detenidos doce días después en León, donde sobrevivían prostituyéndose. Él asumió la muerte del pequeño, aunque después cambió la declaración. Los testimonios de la madre del niño también son contradictorios. Los dos permanecen en prisión acusados de asesinato y a la espera de juicio.

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