Si ve a una persona tendida en el suelo e inconsciente, no lo dude: corra a socorrerla. Sus manos pueden salvar vidas realizando simples comprensiones al ritmo de la "Macarena" (100 por minuto). La mítica canción de "Los del Río" es utilizada por los técnicos de ambulancia para mostrar a la ciudadanía cómo debe de actuar en el caso de que un familiar, amigo o conocido sufra una parada cardiaca. Ayer, Día Internacional de los primeros auxilios, fue un buen momento para entonar el "dale a tu cuerpo alegría, Macarena" y conocer las maniobras RCP (Reanimación Cardiopulmonar) de la mano de un equipo de respuesta inmediata. Nacho López, responsable de formación de Transinsa, la empresa encargada del transporte sanitario en Asturias, insiste en que hay que perder el miedo a realizar este tipo de operaciones. "Un paciente que tiene el corazón parado está muerto. Pero si le practicamos un masaje, le estamos dando una oportunidad de vida", asegura.

Nacho López y otros cuatro técnicos de ambulancia de Asturias (Rubén Vallina, Pablo Mamés, Juan Luis González y Félix Álvarez) visitaron ayer LA NUEVA ESPAÑA no sólo para dar a conocer las técnicas de reanimación básicas, sino también para contar sus experiencias personales. "Prácticamente todos los días atendemos paros cardiacos. Y unas veces, salen bien y otras, mal. Eso a nosotros nos afecta, pero es nuestro trabajo. De ahí, tenemos que marchar pitando para otra emergencia", dice López. Su compañero, Félix González, que trabaja en la UVI móvil de Oviedo, recuerda a la perfección el atropello múltiple que la pasada Navidad tuvo lugar en la plaza de La Escandelera. "Fue horrible. Era Nochebuena y las víctimas llevaban bolsas con regalos y comida para la cena", relata González. Son accidentes que revuelven el estómago. Aunque los peores son los siniestros con niños.

En estos casos, la intervención de los equipos de respuesta inmediata es muy valorada, según sostiene Juan Luis González, con base en Soto del Barco. "Nos tienen como si fuésemos dioses", agrega. Pero esos dioses no siempre llegan a tiempo. Una ambulancia puede tardar en acudir al lugar de los hechos entre seis y diez minutos. De ahí la importancia de que todo los asturianos sepan hacer una reanimación cardiorespiratoria. Los pasos básicos son tres. El primero es asegurarse que la víctima no responde utilizando estímulos verbales y físicos. En caso de no dar señales de vida, hay que llamar al 112 y acto seguido practicarle un masaje cardiaco. Para ello, es necesario colocar a la persona en el suelo, en una zona dura. Independientemente de que sufra alguna lesión física, lo prioritario es aplicar las técnicas RCP. El tiempo corre en su contra, así que la intervención tiene que ser inmediata. "Por cada minuto que pase sin masaje, perdemos un diez por ciento de probabilidad de supervivencia", dice López.

El paso siguientes es abrir la vía aérea: mientras se empuja la frente hacia atrás con una mano, se utiliza la otra para levantar el mentón hacia delante. A continuación se pasan a hacer las compresiones cardiacas. Con las manos sobre el esternón hay que aplicar treinta, combinándolas con dos ventilaciones. Para esto último hay que colocar la boca sobre la de la víctima, taparle la nariz con los dedos y dar dos insuflaciones haciendo que el pecho se levante. La última recomendación de Sanidad es que se hagan entre 100 y 120 comprensiones por minuto, o lo que es lo mismo, siguiendo el ritmo de la "Macarena". El masaje debe de durar hasta que el paciente responde o llegue la ambulancia. Mientras tanto, la reanimación tiene que continuar sin parar y respetando los ciclos de 30 comprensiones y dos ventilaciones. Otra de las recomendaciones que se hacen es ampliar el número de desfibriladores en locales comerciales con el objetivo de que la respuesta sea más efectiva. "El aparato no tiene margen de error y te indica paso a paso lo que tienes que hacer. Lo podría utilizar un niño de seis años", asegura Félix Álvarez. El único secreto está en el botón de "encendido". A partir de ahí, sólo hay que seguir las instrucciones para cumplir el objetivo final: salvar vidas.