"En esta ciudad hay una marcha tremenda, ¿no?". Los turistas que estaban ayer por la mañana en el casco antiguo no paraban de preguntar a los guías que les acompañaban por qué había "tanta fiesta en Oviedo". Y la respuesta les dejó aún más fascinados. Mientras en la calle Cimadevilla los carlistas e isabelinos se llevaban a matar por el futuro de la monarquía española, en la plaza del Ayuntamiento sonaba "C´e la luna mezz´o mare", la tarantella más famosa de "El Padrino". Eran los pasacalles organizados con motivo del Desarme y los Premios "Princesa de Asturias". Ninguna de las dos citas había llegado oficialmente (los garbanzos con bacalao y espinacas se sirven hoy en las mesas ovetenses y Francis Ford Coppola recibirá el viernes su galardón de las Artes), pero Oviedo era una fiesta.

El grupo Margen ya había sacado el sábado su cañón a la calle para escenificar una batalla de la guerra Carlista. Lo hizo en el patio del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo y bajo la lluvia, pero ayer, con el tiempo a su favor, recorrió el Antiguo durante toda la mañana congregando a decenas de ciudadanos a los que abrieron el apetito.

El grupo "Los Padrinos" también se metió a la gente en el bolsillo a base de buena música y mucho "feeling". Un repertorio italoamericano, de los años cuarenta y cincuenta, animó a bailar a todo el que se paraba a verlos. Así, los temas más conocidos de Dean Martin, Nat King Cole o Renato Carosone unieron generaciones en plazas y calles convertidas en improvisadas pistas de baile. Al ritmo de "Tu vuò fa´ L´Americano", la plaza Porlier se llenó de gente hasta tapar al Viajero de Úrculo.