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Diario de un cáncer de mama

"No echaré de menos la radioterapia ni esa horrible máquina, pero sí a las enfermeras de allí", escribió una ovetense intervenida de un tumor cuando vio la luz al final del tratamiento

La última anotación de Sandra en su diario. NACHO OREJAS

Cuando a Sandra Solís le detectaron un cáncer de pecho con 44 años, hace ahora dos, comenzó a escribir un diario para desahogarse. En realidad, lo hizo un poquito antes del diagnóstico, durante la espera. Necesitaba llevar sus pensamientos al papel, para ordenarlos y racionalizarlos. Hablar de la enfermedad, incluso en familia, no era tarea fácil. Sandra tiene una tienda de moda en la calle Magdalena y un blog. Con motivo del Día mundial del cáncer de mama, hace unos días, se le ocurrió subir a la red extractos de su diario. Desde entonces, muchas mujeres se han visto reflejadas en sus palabras y le han agradecido hablar del tema sin tapujos. Tras la operación y el tratamiento, no le va mal. La mayor parte del tiempo se olvida de la palabra cáncer, pero tiene miedo a que el tumor reaparezca. Lo que sigue son extractos del diario de Sandra Solís.

22/09/2013. Espera e incertidumbre. "Siento angustia y tengo miedo. Trato de no pensar en ello y lo logro a veces. Pero en la noche o al despertar vuelve la incertidumbre. ¿Qué está ocurriendo realmente en mi cuerpo? ¿Está enfermo? Intento escucharlo y que sea él quien me cuente. Me toco el pecho derecho, donde está el pequeño bultito, con suavidad, casi acariciándolo, y siento un dolor leve, quizás más una molestia. ¿Qué será?"

25/09/2013. Resultados. "Tengo cáncer. Ahora lo sé. Me lo dijo por teléfono mi ginecóloga hace dos días. 'Sandra, hola, buenos días. Sí, ha dado positivo. Lo siento'... Y de repente, el mundo se te cae encima. Lloras, cierras los ojos piensas 'esto no me puede estar ocurriendo'. Pero reaccionas y le preguntas a la doctora, que sigue al teléfono, que cual es el protocolo a seguir. 'Nuestro trabajo termina aquí. Ahora tienes que llamar al Centro Médico o a la Residencia'. Y cuelgas porque la médica ha dado por terminada la conversación y tú te sientes así. Colgada. Te acaban de decir que tienes un cáncer y te dejan abandonada a tu suerte. No sabes qué hacer y, al mismo tiempo, te entra una urgencia tremenda, unas ganas de actuar y empezar a luchar desde ya para que el mal no avance. Como si fueras a morir al día siguiente y lo que hicieras hoy te fuera a salvar. Y, a todo esto, tienes que tranquilizarte y armarte de valor para comunicar la noticia a tus padres con relativa calma".

3/10/2013. Las pruebas. "Ya he visitado el hospital cuatro veces en una semana. Solo me queda la consulta con el anestesista y estará todo listo para la operación. Según la médico, hay que extirpar el nódulo y aplicar radioterapia en la zona para limpiar. Lo que resulte de las pruebas dirá si hay que hacer algo más o no. Yo me sigo encontrando bien. Asisto a todo y me dejo llevar como si condujera a otra persona. Pero lo hago con una mezcla de resignación, incredulidad y desafío. ¿Cómo este cuerpo sano puede estar dañado? No duele, no molesta, no se manifiesta. ¿Cómo se lleva eso? ¿Cómo lo asimilas? ¿Y las personas que te rodean?

22/10/2013. La operación. "Ya estoy en casa con el pecho inflamado, una cicatriz en el costado y un botecito donde drena toda la porquería de la herida. Ingresé el domingo 20 y me operaron al día siguiente, el 21. Llevo un mes y medio conduciéndome, llevándome apruebas, consultas y quirófanos pero sin asimilar realmente. Yo no he tomado quimio, conservo mi melena leonina y me encuentro bien. Tengo que concienciarme, pensar realmente que tengo un cáncer y, ahora que me han extirpado el nódulo, ¿ya estoy curada? ¿he sido una enferma de cáncer durante un mes? Ahora tengo que descansar, reponerme, curar mi herida y seguir, siempre hacia delante. Espero que esto me haya servido para aprender a parar, a no exigirme tanto y a ser humilde. Ninguno estamos libres de que nos pase. En un segundo, todo cambia".

15/11/2013. Tratamiento. "Hoy tuve mi primera cita con mi oncóloga. Me explicó que mi tumor era un T1 (menor de 2 centímetros, el mío era de 1) y presentaba receptores hormonales de valor 8, en una escala de 0 a 8, donde 0 era lo más negativo y 8 lo más positivo. Me comentó que eso era bueno porque el comportamiento de las células no era muy diferente del normal y porque el origen hormonal era tan algo que era mucho más fácil y efectivo combatirlo llevando a cabo una terapia hormonal. Me recetó Tamoxifeno durante cinco años, una pastilla diaria. El prospecto da pavor".

27/11/2013. Radioterapia. "Me quedan ocho sesiones de radioterapia. Tengo el pecho literalmente chamuscado y llagado en el pliegue. Duele y pica horrores. A veces tengo que apretar los dientes para reprimir las ganas de rascar y arrancarme la mama. El pezón ha pelado totalmente y ha pasado del marrón al rosa pálido. Y en el pliegue del pecho abrió mi piel como la cresta de un bizcocho. Está siendo duro soportar el picor constante y el dolor al estirar el brazo, o simplemente vestirme. El propio sujetador o la camiseta me abrasan".

19/02/2014. Un tango. "Se acabó. Treinta y tres sesiones de radio todos los días hasta hoy, menos festivos, fines de semana y dos días de avería de la máquina. Ayer le dije a Yoli, una de las enfermeras, que le iba a regalar un tango como despedida. Quedó encantada y se lo comentó a algunas compañeras durante el café. Hoy, cuando llegamos, me pusieron la última sesión y luego llamaron a Martín. Yo llevé vestido y zapatos para la ocasión. Y allí nos marcamos un tangazo. No echaré de menos el tratamiento ni a esa horrible máquina, pero sí sentí un pelín de tristeza al despedirme de las chicas. Incluso subir todos los días al hospital y recorrer sus pasillos largos (a mi hora, casi vacíos) y desnudos tuvo su aquel. Me hizo reflexionar mucho sobre la vida, la muerte y la enfermedad. Y me hizo sentir muy cerca de las personas que acuden cada día a recibir tratamiento.

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