Dos rotuladores "de los gordos", quinientos folios, paciencia y mucho amor al arte. Esas fueron las armas que utilizó el artista Toño Velasco para hacer doscientos retratos en dos horas sentado en la plaza de la Catedral durante la noche del jueves. La actividad formaba parte del proyecto "Apadrina una alcayata", puesta en marcha hace meses por Israel Sastre (más conocido como "Israel Sin Más").

Velasco ató el extremo de una cuerda en la alcayata que hay en un lateral del Museo de Bellas Artes -en la calle Cimadevilla- y la otra punta se la anudó en un pie. Luego, simplemente se fue caminando hasta la plaza de Alfonso II El Casto con sus pinturas y sus folios: "Esto es un reto. Me comprometo a estar aquí todo el tiempo que haga falta para dibujar a todo el que quiera". Eran las nueve y media de la noche.

Tras una presentación al más puro estilo de declaración de intenciones, se sentó en el bordillo de la fuente y empezó. Frente a él había una larga cola de gente deseosa de tener "un Velasco" en casa. Así, Carrie Mittleman se llevó uno de los primeros dibujos hechos a una sola línea, es decir, sin levantar el rotulador del papel. "Suelo venir a ver las obras de arte que cuelga la gente en la alcayata. Yo misma lo hice una vez. Traje un ramo de flores hecho a base de preservativos".

Esther Brodard y el pequeño Beltrán Roces también tuvieron su retrato. "Mi madre puede que lo enmarque, pero yo todavía no sé qué haré con él. Igual lo pongo en mi habitación porque mola mucho", dijo el niño.

El artista bebió agua de vez en cuando e hizo alguna pausa para comer a toda prisa la comida que le llevaron. Era como una máquina. Miraba a quien tenía enfrente, adulto, joven o niño, y le dibujaba sin despegar la mano del folio. "La gente es muy enrollada, me trae avituallamiento para que aguante, pero la verdad es que esto es bastante duro", dijo Velasco mientras firmaba un ídem.