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Un complejo mecanismo para proteger la ciudad

Con el fuego no se improvisa

Cuatro grandes incendios este año, el último en la Argañosa, pusieron a prueba los recursos de emergencia - Seguridad Ciudadana defiende la exhaustividad de su protocolo de actuación y descarta cambios - El jefe de los bomberos denuncia que la elevada media de edad de su plantilla dificulta las intervenciones

Arriba, vehículos del SEIS, la Policía Local y Protección Civil, estacionados en el cuartel del Rubín. A la izquierda, el incendio de un restaurante en la calle Cimadevilla el pasado mes de octubre. NACHO OREJAS / LUISMA MURIAS

Cuatro grandes incendios urbanos pusieron en jaque este año la coordinación de los recursos de emergencia en el municipio, el último hace solo unas semanas en una vivienda de la céntrica calle Comandante Vallespín, con una quincena de personas trasladadas al hospital por intoxicación de humos; la explosión de una bombona de gas en un piso junto a la Catedral; la evacuación de un bloque entero de viviendas en La Carisa o el incendio el pasado octubre de un bar en la calle Cimadevilla son los otros ejemplos. Cuando saltan las alarmas, además de la movilización de los efectivos sanitarios, se ponen en marcha dos cuerpos jerarquizados -el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamentos (SEIS) y la Policía Local- y los voluntarios de Protección Civil como apoyo. Los protocolos de actuación, reflejados en leyes de coordinación y normativas internas, no dejan nada al azar, hasta el punto de que cada funcionario a bordo del camión de bomberos tiene asignada una tarea al llegar al fuego en función del asiento que ocupe en el trayecto. Desde los sindicatos del área de Seguridad Ciudadana se ha reclamado esta semana una revisión de estos protocolos. Sin embargo, las jefaturas de la Policía Local y Bomberos defienden sus procedimientos.

"Cada uno de nosotros tiene una función bien definida, no hay nada que no esté previsto", defiende el jefe de la Policía Local, José Manuel López. Un aspecto con el que coincide el jefe del SEIS, José Manuel Torres. "Nuestros protocolos de actuación individual y los de coordinación entre las distintas fuerzas que intervienen en un incendio son exhaustivos y funcionan desde hace una década", señala Torres. Los dos relatan que, no obstante, están en actualización permanente y que siempre se tiende a mejorar. Ponen un ejemplo reciente. Hasta hace poco, los agentes de la Policía Local -que llegan primero al incendio- no tenían indicaciones específicas sobre el estacionamiento del coche patrulla en la zona de un incendio. Sucedía que, en ocasiones, lo aparcaban obstaculizando la entrada de los equipos de bomberos. "Eso ya no pasa, nuestras normas especifican claramente que hay que facilitar la accesibilidad de los vehículos de bomberos", relata el responsable del SEIS. Eso sí, el mando superior en el suceso tiene la capacidad de modificar la forma de proceder en función del desarrollo de los acontecimientos y valiéndose de su intuición.

Para los jefes de ambos servicios si hay que buscar algún problema en sus intervenciones, no está en los papeles, sino en la elevada media de edad de las plantillas, de casi 50 años en el caso de los bomberos. "Nuestra plantilla está muy envejecida, cada profesión debe tener una edad...", reflexiona Torres, que también llama la atención sobre la "falta de forma física" de algún funcionario. A su juicio, como consecuencia de estas circunstancias, no es extraño que algún bombero termine en el hospital con problemas respiratorios tras una intervención.

Así las cosas, la coordinación entre los cuerpos ha sacado una nota alta en los últimos informes internos elaborados en el área. "Impecable y profesional" son los calificativos que concluyen la evaluación más reciente.

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