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El otero

Y el Prerrománico se hizo Mundial

La ola de entusiasmo que levantó hace ahora 30 años la distinción del arte asturiano como Patrimonio de la Humanidad

La iglesia de Santullano. LUISMA MURIAS

Sería muy poco original si dijera que el Prerrománico asturiano -o arte asturiano como lo acuñó Jovellanos- es excepcional en el mundo. Tenemos la fortuna de que hayan perdurado en el tiempo varios de aquellos edificios construidos por la Monarquía Asturiana en los siglos IX y X, principalmente de carácter religioso, cuyas belleza y perfección artística admirable sumado a su ubicación en un magnífico entorno natural consiguieron que fueran distinguidos por la Unesco. El 4 de diciembre de 1985, Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo, San Julián de los Prados, la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, Santa Cristina de Lena y San Salvador de Valdediós eran declaradas Patrimonio de la Humanidad. Se cumplieron el pasado mes de diciembre, por tanto, treinta años de esa declaración tan relevante para la cultura asturiana y, cómo no, para la ciudad de Oviedo que, hacía un siglo, el 24 de enero de 1885, había visto a sus edificaciones naranquinas ser declaradas "Monumentos Nacionales".

Una vez más, la curiosidad me empujó a asomarme a ese mes de diciembre de 1985. Repasar lo dicho entonces y contrastarlo con la actualidad, es un ejercicio curioso.

Para empezar, el presidente del Principado, Pedro de Silva, en un telegrama a la Unesco trasladaba "la profunda satisfacción que la noticia ha producido en Asturias, que ve así realizado el deseo de que se reconozca la singularidad, belleza y excepcional valor de unas muestras artísticas representativas de una parte importante de la historia de España y de Europa central." El presidente creía que "el reconocimiento ofrecerá mayor seguridad y protección lo que, unido al compromiso por parte del gobierno español, estimularán al gobierno que presido para incrementar los esfuerzos destinados a lograr que los monumentos prerrománicos de Asturias sean más conocidos y conservados para transmitir a futuras generaciones".

Para Ignacio Quintana, subsecretario entonces del Ministerio de Cultura, la inclusión en el catálogo de la Unesco tenía "una vertiente simbólica muy fuerte que favorece medidas concretas y supone tener presencia en el catálogo mundial (?) De momento, lo más importante es darle ese rango, porque, utilizando una frase muy nuestra, ahora se puede decir que el arte prerrománico ye mundial". Asimismo, albergaba la esperanza de que "los propios asturianos piensen más en lo que tienen, pues muchas veces el contacto cotidiano hace perder la perspectiva del auténtico valor de lo que posees. Esto es una campanada, un toque de atención que nos obligará a empezar a mirarlo con más cariño y hacer que sean inconcebibles imágenes como la de un colchón tirado junto a San Miguel de Lillo, que pude contemplar hace unos meses".

Manuel Fernández de la Cera, consejero de cultura, aprovechaba para rendir homenaje al asturiano Manuel Fernández Miranda, director general de Bellas Artes, quien había sido "el motor de esta idea y que bien se batió a fondo por este tema". Para de la Cera, el acuerdo con la Unesco era "muy importante" sobre todo por la incidencia en Asturias. "Creo que los asturianos estamos muy necesitados de autoestimación, ya que muchas veces, el asturiano medio no es consciente de las obras de arte que tenemos".

El alcalde de la ciudad, Antonio Masip, se mostraba "totalmente feliz" y consideraba que esta decisión "hará más famosos todavía los monumentos asturianos".

Para el fallecido Joaquín Manzanares, cronista de Asturias, la medida era "lógica porque es una cosa muy escasa en toda Europa. La decisión es correcta, aunque no sé lo que supondrá en la practica. De todas formas, ya he dicho hace poco que es ridículo solicitar algo semejante cuando se tiene a los monumentos tan abandonados, porque realmente están hechos una pena y, además, cuando se propone hacer una obra no la realizan con ningún criterio. Lo esencial, en mi opinión, es tenerlas decentes y adquirir en propiedad todos los terrenos inmediatos para evitar construcciones que deterioren el entorno. Eso es lo urgente".

Magín Berenguer, uno de los investigadores que más había trabajado en el prerrománico y que, junto a Helmut Schlunk, director del Instituto Arqueológico Alemán, publicó un estudio fundamental para el conocimiento de las pinturas de Santullano, creía que la decisión "es sumamente importante y positiva y por la que todos los asturianos debemos felicitarnos (?) El prerrománico tiene una importancia universal pues se trata de un momento de la historia en que Asturias, en cierto modo, es protagonista, ya que, en base a la monarquía asturiana, se defiende una cultura occidentalista frente a la invasión musulmana. Se crea un arte nuevo que es el primero de la España nacional".

En LA NUEVA ESPAÑA, el periodista Orlando Sanz escribía lo siguiente en su columna "El león riente": "Es una buena noticia la que nos trae el teletipo sobre la inclusión de los monumentos asturianos en el patrimonio universal. Es como si los monumentos fueran hijos naturales que, desde ahora, obtienen el reconocimiento de quien dice ser su verdadero padre, la Unesco". Para Orlando Sanz, todas las ayudas que puedan derivarse de este reconocimiento "deberían servir de revulsivo para que las instituciones patrias se animen a conservar lo que ha sobrevivido al abandono".

El cronista de la ciudad, Manuel Avello, escribía también en este diario: "Este acuerdo nos responsabiliza hacia modos de actuación capaces de conseguir que los monumentos asturianos se liberen de penurias, olvidos y desmanes. Es a nosotros a quienes corresponde ahora la política reivindicadora de ese tesoro, su defensa, tutela y amparo. Los que un cronista de la época calificó de milagros de la arquitectura, se han salvado, o han llegado hasta aquí, hoy, de puro milagro? Bueno, dado que no es lícito vivir milagrosamente más cientos de años, ha llegado el momento histórico de organizar definitivamente los tesoros artísticos que sostienen el prestigio de Asturias. Reparar, restaurar, defender, acercarse a los monumentos para algo más que convocarlos en festividades. Que los monumentos sean descubiertos por todos como patrimonio merecedor de tratamiento generoso a la hora de la verdad, es decir, de las inversiones y que ese pasado glorioso de la arquitectura respire tranquilo y ahuyente de una vez por todas la sensación de cierta indefensión. (?) Ahora bien, el acuerdo obliga a ser solidarios con tan hermosa responsabilidad cultural. Estoy seguro de que sabremos cumplir con tal compromiso. Nos van a ayudar pero tenemos que ayudar".

Hace unos días, en una entrevista en estas páginas, el arqueólogo César García de Castro, una de las voces actuales más autorizadas en torno al Prerrománico, ante la pregunta de si se había dado el paso de reivindicar convenientemente el arte asturiano respondía: "No lo hemos dado. Ni las administraciones ni los ciudadanos. No se siente como propio, ni mucho menos. Si se sintiera como propio habría protesta social en su favor, reclamando inversiones (?) Se ha asumido mucho mejor como propio el cuidado y el respeto al medio ambiente que a los bienes culturales".

Pues bien, treinta años nos contemplan y la pregunta es obvia: ¿siguen vigentes algunos de los temores que se expresaban entonces? ¿Se han cumplido las esperanzas y expectativas creadas? ¿Se han ejecutado convenientemente los planes directores que en su día se redactaron, como el de Fernando Nanclares y Antón Capitel? ¿Se implicó el consistorio ovetense convenientemente en su protección y defensa? ¿Hemos sabido, por tanto, estar a la altura de la responsabilidad de cuidar como merece nuestro patrimonio? Por supuesto que a lo largo de estos años se ha hecho mucho, pero ¿ha sido suficiente? Dejo la pregunta, como Bob Dylan, flotando en el viento?

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